nº 9 de LA TAIFA DE ALPUENTE

 

Ya tenemos prácticamente acabado, a punto para imprenta, el próximo nº 9 de la revista.

Os adelantamos uno de los artículos de éste número sobre uno de los juegos tradicionales más arraigados en nuestro pueblo y aldeas:

 

JUEGOS  TRADICIONALES: LA PELOTA A MANO O DE TRINQUETE.                  Por Salvador  Rubio  Cubel

 

Los tiempos cambian, las costumbres y los juegos también.

 

Los que ahora tenemos más de 50 años de edad, hemos visto como las costumbres, los juegos, y los trabajos han ido cambiando a lo largo de las últimas décadas.

 

De niños en Alpuente  no teníamos agua potable ni desagues en las casas, hasta que a finales de los años 60 se creó la red de suministro de aguas potables y desagues.

 

Era muy raro ver coches, sólo había mulos, y burros, los primeros coches fueron el Biscuter del médico D. José Chirivella y el seiscientos de Pepe el secretario, ambos estaban casi siempre aparcados en la Plaza de la Villa. El primer tractor se compró poco después, entre unos cuantos vecinos, formando una cooperativa o asociación agraria, ya a finales de los años sesenta.

 

Del mismo modo, muchos de los juegos tradicionales, la mayoría juegos de calle,  incluso los más arraigados, como era el caso de la pelota de trinquete, eran abandonados y se sustituían por otros.

 

En los años sesenta, eran habituales las partidas de pelota, al salir de la escuela o en los ratos libres, normalmente dos contra dos, a veces uno contra uno, durante los fines de semana y fiestas tradicionales, se jugaban partidas y torneos en verano, en el trinquete adosado al antiguo ayuntamiento, que usaba la pared de la alhama como lienzo frontal y la casa – bar de Mariano y la pared de la sala de juntas del ayuntamiento, como lienzos laterales. En los torneos, participaban los mozos y chavales de La Villa y las aldeas, y en alguna ocasión Aras , Titaguas y La Yesa.

 

Las pelotas se compraban (El tío Lucio y Miguel el turronero de Titaguas las vendían), o se hacían en casa, con un núcleo de goma maciza o de tiras de neumático, trapos, hilos,  forrado y cosido a mano todo ello con piel de conejo o de oveja curtida. Hay diferentes tipos de dureza, según el gusto de los jugadores. Cuanto más dura, más duele al golpearla, y más se hincha la mano y se castigan los nudillos.

 

El Trinquete era el centro neurálgico de la villa, después trasladado al polideportivo. Los niños y jóvenes lo usábamos para un sinfín de juegos: fútbol- sala, frontón, los santos, pies quietos, escondite, etc.

 

3 trinquetePoli

Trinquete del polideportivo de Alpuente.

Me escribe unas notas Blas Jabaloyas, con unas fotos del trinquete de Las Eras. “Ya se ha borrado la fecha de su construcción, todavía está colgada la valla metálica para evitar que las pelotas se fueran por lo alto. La peculiaridad de este trinquete era que el piso era todo de cinglo, picada la piedra lo mejor posible para que botaran bien las pelotas. Yo recuerdo que había pozos bastante grandes. Allá por el año 1987 cuando se asfaltaron las calles de Las Eras se le echó piso de cemento. Si vas a Baldovar, el frontón aquel también está muy bien y todavía tiene el año de su construcción puesto en la piedra principal”. (FOTO 1)

 

Según Justiniano Martínez, “ en Corcolilla, en el año 1911 (aún está patente la fecha), vaciaron a pico una mola rocosa, y aunque el lugar de la aldea es angosto, por estar pegada al monte que llamamos El Cerro, encontraron espacio para construir este pequeño pero útil y agradable trinquete que ha sido testigo perenne de nuestros expansivos juegos”. (FOTO 2)

 

Continua explicando Justiniano: “ En las otras aldeas también tenían su trinquete. En El Collado y sirviendo de paño la fachada de su correspondiente edificio, se jugaba y se baqueteaba con la pelota, en La Cuevarruz también lo había, en el Campo de Arriba uno bastante aceptable, y en Alpuente había uno más que razonable, y que fue palenque de muchos y muy buenos pelotaris. Baldovar también tenía uno bastante apañoso”

 

Ya a mediados de los años setenta, se puso de moda el frontón, relegando y sustituyendo poco a poco a la pelota. Se jugaba con raqueta, y con pelotas de goma, ya no se hinchaban las manos al golpear la pelota con la raqueta, en vez de usar directamente las manos. Se construyó el  frontón del Polideportivo, otro en Baldovar, otro en Campo de Arriba, otro en El Collado, El Hontanar, …

 

Actualmente el frontón es junto al fútbol sala, el principal deporte que se practica en las ciudades y pueblos. En verano se siguen naciendo torneos, al menos en Baldovar y en el polideportivo de Alpuente – Las Eras.

 

Por el año 1975, se jugaron en el polideportivo de Alpuente, en el  frontón, las últimas partidas de pelota a mano, recuerdo una final en especial entre Ernesto Hernández y Demetrio de Alpuente contra Nicolás y Víctor de Campo de Arriba. Las partidas habitualmente eran a 21 tantos. Se jugaban dos partidas y si había empate, una tercera y final. Alguna vez se jugaba partida única de 31 tantos. Foto 3 + foto4

 

En épocas anteriores, hubieron  grandes jugadores de pelota, según contaba en un relato manuscrito dirigido a la alcaldesa Dª Amparo Rodríguez, publicado en Agosto de 2008, en el nº 8 de la revista Aldeas de Alpuente, Justiniano Martínez, de Corcolilla, explica:  “Por los años 1920 hubo una competición en Aras. El equipo de Alpuente, con su destacado líder, un tal “el Cuco, “, a la cabeza, ganaron la competición con gran contundencia y ventaja, eso sí con las manos maltratadas, hechas una lástima, pero con un merecido y prestigioso triunfo deportivo. Entre los campeones más destacados, y que dejaron huella y fama deportiva, además del ya mencionado Ángel el Cuco, recuerdo a Agustín y su hermano Vicente, “Los Torres”,  Florentín “El Romo”, Aurelio “El Cabo” de Baldovar y Manuel “El Carlos”, de Corcolilla. No me puedo acordar de los muchos que destacaron en el juego de la pelota, nombraré a los que tengo en la memoria, por ejemplo “el sordico del Campo, Amadeo Rubio  y Gratiniano Collado,  de Corcolilla, “El Pequetilla” del Hontanar, José Vicente Rubio “el Panojo” de Titaguas, y Alfredo “el Royo” de La Yesa, eran también de lo mejorcico.

 

Continúa Justiniano: “Me viene a la memoria el desarrollo de las partidas  que se basaban en  los reglamentos, que eran varios, los que regían esas flamantes competiciones. La más empleada era la partida de 18 tandas en dos partes. La primera de nueve, un descanso breve, otros nueve y final. Solía haber revancha, había empare, se jugaba una tercera, la definitiva y final”.

 

En la actualidad, en Alpuente este deporte ha caído en el olvido. Sería un reto importante  para la asociación, junto con el colegio e instituto, el  Ayuntamiento y la Consellería volver a ponerlo en vigor en Alpuente y en  la comarca de La Serranía, tal como se ha venido haciendo con éste y otros deportes autóctonos como el raspall, la escala i corda, la galotxa…, que han resurgido en otros pueblos y comarcas valencianas, como por ejemplo Paterna, gracias a las escuelas deportivas  municipales, que  enseñan estos deportes a niños y jóvenes. No olvidemos que forma parte de nuestro patrimonio cultural. Sabemos que en el nuevo instituto, se construyeron mini- canchas para enseñar estos deportes en la escuela, pero parece que no se han usado.

 

También la federación valenciana de juegos y deportes tradicionales, debería contribuir a éste objetivo, en colaboración con las entidades antes mencionadas.

 

Fotos:  Trinquetes de Corcolilla y  de  Baldovar

2.trinqueteCorcolilla

 

 

 

 

 

 

 

 

1TRINQUETE DE LAS ERAS

 

 

 

 

 

 

 

LOS «KINTOS DE AYER Y DE HOY

Aunque ya han pasado casi  dos meses desde la segunda semana de pascua, recordamos este artículo publicado en el nº 3 de La Taifa de Alpuente, sobre la semana de «Kintos»  en Alpuente, una de las tradiciones que se mantiene viva, a pesar de la abolición hace algunos años, del servicio militar obligatorio.

LOS “KINTOS” DE AYER Y DE HOY. Salvador Rubio Cubel

Según la enciclopedia de la web, wikipedia:
“Quintos eran llamados los jóvenes que al cumplir la mayoría de edad se iban a hacer el servicio militar. Aunque el servicio militar ha desaparecido en España, en muchos lugares los quintos se han convertido en una tradición festiva, por la que los jóvenes al cumplir la mayoría de edad hacen una especie de fiesta para recordar a los «antiguos» quintos.

El nombre “quintos” proviene de la contribución de sangre u obligación de servicio militar que Juan II de Castilla (1406 – 1454) impuso durante su reinado, según la cual uno de cada cinco varones debía servir en el ejército, disposición que Felipe V retomó en 1705.
Pero el sentido de grupo que caracteriza a los quintos es más profundo que su significado castrense; por eso pervive desde mucho antes de la llamada a filas. Los autores versados en temas célticos sostienen que a los jóvenes de estas tribus se les exigía una prueba de madurez para ser aceptados como adultos por la comunidad.
Durante unos días debían sobrevivir en el monte por sus propios medios. A la vuelta y como testimonio habían de traer como testigo ramas de árboles de los bosques lejanos. Los nuevos mozos, orgullosos, exhibían por las calles su triunfante ramo adornado con las viandas y los presentes que los vecinos les regalaban a modo de reconocimiento.
En Piornal, era frecuente ver algún día, «el pinchoti de quintos»; ramo adornado con los alimentos que los mozos recibían de los vecinos y que paseaban por las calles del pueblo mientras iban cantando sones relativos a su condición.
En algunas zonas de Castilla y León y Castilla-La Mancha, tienen como tradición los quintos talar un árbol verde y sin desbrozarlo, colocar el Mayo (así se llama árbol talado para esta tradición) en la plaza del pueblo o delante de las casas de las jóvenes solteras.
En la provincia de Cuenca, eran costumbre las rondas por parte de los Quintos o mozos que eran llamados a filas.
Las rondas se celebran recorriendo todas las calles del pueblo acompañados de la orquestina y de los instrumentos más insólitos. Actualmente apenas se dan estas rondas debido a la ausencia de gente joven o «moza» en el lugar. En su recorrido invitan a los transeúntes a beber del botillo, mientras corean el acto de la liberación con estos versos, cantados a grito pelado: Mientras el cuerpo aguante no pares de beber. ¡Qué beba! ¡Qué beba! ¡Qué vuelva a beber! ¡Arriba cachipurriana!
Al final de las rondas, en que recogían de todo por las casas (dinero y especie), mataban un cordero y con lo recogido estaban de «zangona» varios días. “
En Alpuente los quintos, tienen una tradición arraigada, que se sigue manteniendo, pese a la abolición del servicio militar obligatorio.
Personalmente valoro esta tradición como un hecho positivo, una celebración de la mayoría de edad de nuestros jóvenes, que durante el año de “kintos” cumplen sus 18 años, mayoría de edad legal que les confiere nuevos derechos y obligaciones como: inicio de la edad laboral para muchos, fin del bachillerato o de la enseñanza obligatoria para otros, posibilidad de crear una empresa o de trabajar como autónomo, posibilidad de votar, inicio de la edad penal, posibilidad de obtener carnet de conducir, etc.
La semana de quintos en Alpuente, como todo el mundo sabe, se viene celebrando durante la semana posterior al domingo de pascua de resurrección.
Durante esa semana, los chicos y chicas recorren nuestras aldeas y el Pueblo acompañados de uno o dos músicos, que animan con pasacalles durante el día y con baile o verbena por las noches.
Los padres de los quintos de cada aldea, se encargan de proporcionarles comida y cama y ellos se dedican a animar las calles con su algarabía y con la música, y a pedir dinero y viandas por las cada vez menos casas habitadas y por la carretera.
Algunas costumbres van cambiando con los tiempos, pues ahora salen y conviven quintos y quintas durante toda la semana, mientras que en mi época los chicos eran los protagonistas, y las quintas de cada aldea colaboraban solo el día de su aldea.
Cada vez las chicas han ido cobrando más protagonismo en la fiesta, y actualmente ya casi no hay distinción o discriminación entre ambos sexos.
Pero no es ésta la única diferencia, pues también ahora, los padres lo viven más de cerca y han cobrado protagonismo positivo en la fiesta, hacen varias reuniones previas, para concretar los menús y los sitios para dormir, aportan una cantidad inicial a la cuenta de los quintos, con la cual se hacen camisetas, y gorras y se contrata al músico y la orquesta para las verbenas del fin de semana, y se celebran alguna comida y cena junto a los quintos durante el sábado y domingo del final de “la plega”, con lo cual, se conocen y estrechan cierta amistad entre ellos.
El recorrido sigue siendo el de siempre: Se inicia el primer lunes de pascua en las aldeas de Campo de Abajo La Carrasca y Campo de Arriba, el martes Baldovar, el miércoles Corcolilla, el jueves El Hontanar y El Collado, el viernes La Almeza y La Cuevarruz, El sábado Las Eras y el Domingo Alpuente.
Las verbenas suelen hacerse en la aldea donde hay más quintos, salvo el Sábado y Domingo que son en Alpuente. A ellas acuden las gentes de la aldea, los padres que pueden, y sobre todo los jóvenes que en años anteriores fueron
“Kintos”, siendo habitual que los veteranos gasten alguna que otra broma a los nuevos.
Al finalizar la semana de “la Plega”, se reparte o se vende la mercancía sobrante, se sacan cuentas y si ha ido bien la cosa, con el dinero sobrante (los músicos cobran unos 4 a 5 mil euros), se hace un viaje de una semana a Mallorca en el mes de Junio o Julio.
Habitualmente, las gentes de Alpuente acogen bien y son generosas con nuestros “kintos y kintas”.
El comportamiento de los chicos y chicas ha mejorado, no se abusa del alcohol y se hacen menos gamberradas, en parte gracias al control de los padres durante la semana y también por la mayor concienciación de los jóvenes.
Tras mi experiencia como padre en los “kintos 2009”, recomiendo a los padres que permitan la participación y confíen en sus hijos y colaboren a que esta tradición no se pierda. Para los jóvenes es una semana de convivencia inolvidable, y para el pueblo y las aldeas, una alegría ver estos jóvenes por las calles durante toda la semana.
El ayuntamiento debiera colaborar más con los quintos y no solo exigirles que asistan a algunos actos religiosos, como San Pedro Mártir o Semana Santa. (Se les presiona a asistir a algunas procesiones y misas para llevar las andas y estandartes a cambio de permitir la fiesta). En concreto, prestando las instalaciones del comedor del viejo colegio para la comida y cena de los padres con los quintos.
Actualmente se suman a la fiesta casi todos los chicos y chicas de 18 años de las aldeas y el pueblo, tanto si son residentes todo el año como si lo son solo en verano, normalmente hijos de alpontinos, que estudian o trabajan. En 2009 fueron unos 15 y en 2010 alrededor de 40.

20 Quintos del 58

 

 

Pijetas, el Robin Hood de La Serranía

Reproducimos hoy el artículo publicado en Diciembre de 2009, en el nº 2 de La Taifa de Alpuente, escrito por Amparo Rico Beltrán, sobre el famoso y mítico personaje de «el Pijetas»

PIJETAS, EL ROBIN HOOD DE LA SERRANÍA

Por Amparo Rico Beltrán.

 

“Yo no me acuerdo más que de cuatro cosas que mis abuelos me han dicho”.

Yo entonces aún no lo sabía, pero ésta iba a ser la frase más repetida en todos aquéllos a quienes tuve el honor de encuestar, o mejor dicho, a quienes tuve el honor -y el placer- de escuchar durante todos mis años de investigadora de la tradición oral. Pero esta frase, no por ser más repetida se convirtió jamás en verdadera. Los hombres y mujeres que compartieron conmigo su sabiduría a lo largo que aquellos ocho años recordaban siempre mucho más que “cuatro cosas” y sus recuerdos tienen un valor inconmensurable por ser herencia recibida generación tras generación, pulida con el paso de los años y bruñida con la tradicionalidad; por ofrecernos, a los acelerados oyentes de finales de siglo XX y principios del XXI, una joya que, envuelta en humildad, contiene los modos de ver, comprender y sobrevivir en el mundo que fueron útiles a todos los que nos antecedieron en él y que nos ayuda a comprender quiénes somos y por qué hoy actuamos, vivimos y sobrevivimos de la manera en que lo hacemos.

Esa frase tan humilde y, quizá, en principio, desalentadora, la escuché por vez primera en labios del tío Pablo, en la Cuevarruz, un siete de septiembre de 1998. Menos mal que no le creí. Estuve escuchándole durante horas todos los lunes hasta el 2 de noviembre de aquel año y siempre me sorprendía con nuevas historias, coplas, dichos o romances. Incluso hoy, cuando vuelvo a escuchar aquellas cintas, sigo aprendiendo de él. No recuerdo bien cómo llegué hasta el tío Pablo. Alguien me lo recomendó. Qué vio él en mí para perder su tiempo contando historias a una novata que apenas sabía nada de su mundo, sigue siendo un misterio para mí. La cuestión es que aquel hombre, cuyos ojos vivarachos y amables desdecían a un rostro surcado por los rastros de una vida dura y extensa (tenía por aquel entonces 82 años), lunes tras lunes me recibía con una sonrisa y miles de historias que contar. Era una enciclopedia de la tradicionalidad el tío Pablo, habría hecho las delicias de cualquier antropólogo experimentado y, en cambio, se topó conmigo: una aprendiz con una grabadora y una encuesta, ávida de encontrar respuestas e historias, que hoy quiere darle las gracias por ese tiempo y por esa herencia generosamente transmitida, devolviendo parte -fue tanto lo transmitido que necesariamente hemos tenido que seleccionar el material para la redacción de este artículo- de ese saber tradicional de la única manera que puede hacerlo, colocándolo en su lugar y dándole el valor que años de desprestigio fueron robándole. Y es que la cultura oral, paralela siempre a la cultura escrita, la oficial, fue mirada desde antiguo, precisamente por aquéllos que tuvieron acceso a esta última, como la hermana pobre, la cultura de los desfavorecidos socialmente. Y el prestigio social y económico de quienes poseían la cultura escrita acabó trasladándose a la cultura en sí, que se impuso como oficial, verdadera y digna de respeto frente al saber popular (ya ni siquiera el nombre de cultura merecía) que aquellas gentes incultas se empecinaban en transmitir pese al desprecio creciente de las gentes letradas que lo denominaba “cuentos de viejas”. Sin embargo, y a pesar de todo, el saber popular seguía vivo, oculto muchas veces para los ojos de los forasteros en aquel mundo que se había refugiado en lo rural, hasta que un día, algunos de esos ojos letrados, se detuvieron a mirar más allá de lo escrito y descubrieron un mundo sabio, rico y, sobre todo, vivo, cambiante pero continuo; un saber que traspasaba fronteras dando muestras de universalidad a la vez que descubría todo un entramado de saberes locales, de saberes temporales y atemporales. Y por fin, el saber popular volvió a tener el estatus de cultura y se denominó cultura tradicional para poder expresar en una sola palabra todo el complejo entramado que comprende.

Y así, regreso a la Cuevarruz y a la Almeza (pues allí se trasladó un día y allí prosiguieron nuestros encuentros) de 1998 para ofrecer mi humilde homenaje al tío Pablo, quien se merece mucho más que esto.

Durante las primeras encuestas necesitamos la ayuda de su esposa que, sentada a su lado y abandonando sus tareas nos servía de intérprete, ya que el tío Pablo padecía de sordera y los que me conocen saben que hablo muy bajito y la timidez me impide elevar el tono de voz. Sin embargo, al poco, descubrí que su sordera era, como tantas otras, selectiva, y un día comenzó a contestarme sin esperar la repetición de su esposa. Supongo que ella agradeció no ser necesaria y comenzó a ausentarse durante las entrevistas para hacer la comida u otras tareas domésticas. Y es que con el tiempo aprendí que para las mujeres las mañanas están tan llenas de quehaceres que no es momento para importunarlas con preguntas sobre viejas historias. De manera que también quiero agradecer en estas líneas la generosidad de su esposa que sacrificó su tiempo para ayudarme.

Así pues, durante aquellos meses, el tío Pablo me habló de tradiciones antiguas, me explicó la toponimia de la comarca, me contó cuentos e historias que tenía por verdaderas, me cantó coplas, me recitó romances… y hasta me mostró una sabina. De todo aquel material grabado he escogido para este artículo la historia de Pijetas porque la tradición oral universal está plagada de personajes como éste: ladrones que robaban a los ricos y repartían lo robado con los pobres en una especie de búsqueda de justicia compensatoria en este mundo y que, a menudo, acababan sus días como lo hizo el tal Pijetas. De modo que he aquí una muestra de la universalidad de la que hablaba antes que, a menudo, como en esta ocasión, se mezcla con el localismo para ofrecernos una historia que, cual leyenda urbana, da tintes de realidad a una historia mítica para transformarla -o al menos intentarlo- en una historia que, traspasando los límites de la verosimilitud, pretende ser creída por los oyentes como realmente ocurrida.

Transcribiré, en primer lugar la historia, tal y como me la contó el tío Pablo el siete de septiembre de 1998, para luego pasar a analizar los puntos más relevantes:

 

“Allí, en Cañapastores, pillaron un ladrón. Y al pillar ese ladrón, lo pregonaron por… todo que el que lo cogiese que le darían un algo. Y fue… iban las rondas del gobierno detrás de él y ya vieron que allí en Cañapastores se quedaron unas masías (casas así sueltas como casas de rento) y vieron que se

metía hacia la masía aquélla (que había entonces mucho monte y mucho de eso por allí). Y se metió allí a la masía y el amo pues lo sabía, lo conoció, claro, que lo conocía y ya va, y ellos con él y todo eso. Cuando le pareció al hombre aquel ladrón, se salió fuera a la calle a hacer sus necesidades, que era de noche. Y el amo lo vigiló y haciendo sus necesidades le agarró de una trena que llevaba atrás y entonces dice:

-¡Auxilio, que sí que es!

Y en eso le dice:

-¡Ye! ¿Que me conoces?

Dice:

-Sí.

Dice

-Pues yo a tú también.

Habían sido compañeros en la mili. Fíjate esas casualidades.

En eso, pues ya acudieron todos y había ahí un cura que subía a hacer misa allí en una iglesia que tenía la finca ésa. Y el cura cogió un arma de las que tenían allí ellos en la eso y dice:

-El que se menee…

No dejó moverse a nadie. Y en eso la ronda del gobierno que ya rodaba la casa, que estaban por allí, lo cogió, vamos, lo cogieron y ya se hicieron cargo de él.

Y luego, le dieron horca en Chelva. Y llevaron las familias y dijeron que los padres de familia, por favor, que llevaran los hijos allí, pa que viesen que el que robaba, el que era ladrón, se había de ver en una vergüenza allí.

Pidió que le dejasen hablar y lo dejaron. Y dijo que su madre tenía la culpa que se viera en aquella cruz, vamos, en aquella vergüenza, dice “porque robí un huevo a una vecina y se le di a mi madre y ¿d’ande l’has sacao? dice, del corral de Afulana, ya pues si puedes traer más, traes.”

Claro, si su madre le hubiera castigado, no hubiera hecho más aquello. Pero como no lo castigó, ni nada, pues fue llevando, hasta que pilló fuerzas de ladrón y…

Aquel hombre tenía eso, que robaba a los ricos, a los pobres dice que no, porque se encontró con un chico una vez que iba a la compra y le dijo:-¿Q’ande vas, niño?

Y dice:

-A comprar… -no sé, amos, que bajaba ande está la aldea de Alpuente a comprar-, a comprar, a comprar tal cosa. -Dice-, Pero me ha dicho mi madre que no lo dijera que si no, me quitaría los dineros Pijetas.

Y era él el que le estaba preguntando, y dice:

-¡Toma! -se echó mano al bolsillo- ¡Toma! Dile a tu madre que Pijetas no roba a los pobres, roba a los ricos.

 

Y aún le dio dinero él.

Pijetas, yo no sé si es que le decían de… alcuña o… no sé yo, si Pijetas porque sería de apellido… Que se quedó grabao Pijetas y todas esas cosas, sí.”

 

La historia narrada tiene en sí misma suficientes cuestiones que podrían ser objeto de estudio tanto desde el punto de vista lingüístico como literario o sociológico, pero nos detendremos únicamente en el análisis del texto como perteneciente a una tradición universal.

Parece documentada la existencia de un bandolero, famoso en la comarca de La Serranía, llamado o apodado el Pijetas que recorrió estas tierras, atemorizando a su gente, durante la primera mitad del siglo XIX. Podemos encontrar un relato prácticamente igual a la primera parte del que aquí ofrecemos y que narra el fin del bandolero, en http://rcrochina.iespana.es, contado por el tío Ignacio de Campo de Arriba. De cualquier forma, la existencia o no de tal bandolero no es lo que nos parece relevante, sino que, en este caso, la historia narrada, y el mismo personaje, en un momento determinado, trascienden su carácter local para, con tintes míticos, encuadrarse dentro de un género universal (el de los ladrones generosos) y convertirse en un héroe inspirado en el arquetipo de Robin Hood cuyas aventuras podemos encontrar de forma más o menos parecida en otras tradiciones y con otros protagonistas. Por ejemplo, las vendedoras rianxeiras de pescado también temían encontrarse con Xan Quinto a pesar de la fama de éste y de las historias que circulaban sobre la devolución con creces de lo robado a los pobres.

 

El arquetipo que hemos dado en llamar Robin Hood como emblema de los ladrones de ricos por ser, quizá y gracias al cine, el más conocido, entronca con una antiquísima tradición de ladrones que, en el imaginario popular, han contado con cierta simpatía y comprensión. Precisamente por el hecho de que sus fechorías se dirigen contra el orden establecido, contra aquellos que lo poseen todo, nada tienen que temer los que nada tienen. Y son ellos, los desposeídos, quienes, perdonando o justificando sus actos e incluso adjudicándoles hazañas o acciones nobles, los que han encumbrado al ladrón, convertido en personaje, a la altura del mito. Porque toda cultura necesita de mitos y estos perseguidos por el poder tienen en sí mismos el germen del héroe mitológico ya que fácilmente se identifican con los defensores de los oprimidos, con aquéllos que devuelven la riqueza a quienes jamás debieron perderla en manos de los poderosos. ¿Por qué si no iban éstos a perseguirlos con tanta saña y a empeñarse en que tuvieran una muerte ejemplarizante?

 

Así pues, personajes del tipo al que pertenece Pijetas los encontramos desde antiguo y en cualquier parte del mundo, si bien es cierto que el género proliferó en el siglo XIX.

A modo de ejemplo, citaremos entre las fuentes de las que beben aquellos bandoleros legendarios de hace dos siglos a Alí Babá quien robó a los bandidos que atemorizaban a la población y fue generoso con sus vecinos compartiendo su riqueza, o al mismo Dimas, el buen ladrón que, según el texto apócrifo de José de Arimatea, atacaba a los ricos, pero a los pobres los favorecía.

Más adelante, ya en el siglo XIV, encontramos la leyenda de Robin Hood, personaje que la literatura y el cine han universalizado, entre cuyas acciones se encontraba también, la de robar a los ricos para repartir con los pobres y cuyo final menos divulgado es bastante similar al de nuestro Pijetas.

La tradición oral andina recoge la leyenda de Chiru Chiru o de Nina Nina, que habla de un personaje similar al que nos ocupa y al que sitúan en el siglo XVII.

Y ya en el siglo XIX, hallamos el boom del género y proliferan los ladrones, ahora llamados bandoleros, en cualquier parte del mundo, desde los míticos El Zorro mejicano, o los españoles Curro Jiménez o El Pernales, hasta los héroes locales como Chucho el Roto (también mejicano), Juanón el Grande (de Bretó, en la provincia de Zamora), Xan Quinto (en Galicia) y nuestro Pijetas (de La Serranía valenciana).

La desaparición de los bandoleros no ha supuesto, sin embargo, la desaparición del género. En los Altos de Culiacán (Méjico) se venera como santo de los narcos a Jesús Malverde, un personaje que vivió a principios de siglo XX y cuyas hazañas son muy similares a las de todos los personajes citados.

Otra cuestión común al género que estamos analizando es su estilo que entremezcla realidad y ficción con una mano maestra capaz de hacer pasar la leyenda por realidad, apuntando fechas, situando topográficamente los hechos, anotando comentarios históricos que dan visos de verosimilitud, pero que, en última instancia, y como podemos observar en el texto del tío Pablo, se deja llevar por la riqueza expresiva de la propia historia, tiñéndolo todo con matices legendarios que universalizan el tema y lo enlazan con la tradición ancestral.

Éste es el valor de la joya que me transmitió el tío Pablo, y que sólo gentes privilegiadas como él son capaces de percibir, mantener y donar: el ser capaces de conjugar pasado y presente, realidad y ficción, historia y leyenda en un único texto vivo y cambiante. En esto consiste la tradicionalización, la cultura tradicional y reconocerlo es devolver a quienes la poseen al lugar que les corresponde.

JUEGOS TRADICIONALES: LAS BIRLAS

Uno  de los  juegos que recuerdo de mi niñez en Alpuente es el de las Birlas.

Entre los años 1960 a 1975 jugaban los chavales mayores y también los adultos, ocasionalmente en la plaza o en el trinquete del pueblo, y en las aldeas, las mañanas de domingo y también al atardecer, entre semana, (no recuerdo ver  chicas  ni mujeres jugando).

Las birlas es otro  de los juegos que con el paso de los años ha caído en el olvido.

Me cuentan  Ramiro Rochina  e  Isidoro de Campo de Abajo que cuando ellos eran jóvenes, se hacían corros en torno  a las partidas, no solo para ver el juego, sino también para hacer apuestas.

Los buenos  tiradores  apostaban  contra  la gente del corro que quería participar, de forma que quien quería apostar  dejaba caer una  o varias monedas  al suelo, y una vez se cerraba la apuesta, comenzaba la partida. Si el jugador hacia “BUENA”, es decir, dejaba plantada solo una de las seis birlas, en las tres tiradas con los birlos o mochos, ganaba y recogía las monedas; en caso contrario, tenía que dejar caer una moneda idéntica  a la apostada por cada jugador.

El Juego es sencillo, de puntería o destreza, y consiste en derribar cinco de las seis birlas que se plantan a una distancia de unos 14 metros, mediante tres mochos con forma ovalada.

Tanto las birlas como los mochos estaban hechos a mano o por el carpintero, con madera de Carrasca, que es dura y resiste los golpes.

La Sociedad Cultural con el ánimo de recuperar este y otros juegos tradicionales de nuestro pueblo, compró un juego de Birlas, que se utilizó el día 13 de Agosto de 2009, con los quintos y los niños y mayores que participaron en los juegos, y posteriormente por unos cuantos socios y simpatizantes en el polideportivo  de Alpuente.

Este juego, antes muy extendido por todo el territorio valenciano, tiene distintas peculiaridades en cada pueblo o comarca, que vale la pena descubrir: (Forma, tamaño y material de las birlas y los mochos, forma de plantarlas, de  jugar, etc.).

Actualmente las birlas es uno de los juegos que se está recuperando gracias al esfuerzo de la Federació Valenciana de Jocs i Esports Tradicionals, que organiza actividades y campeonatos por toda la Comunitat, y de la “escola autonómica de jocs tradicionals” que dirige Ángel Gómez.

En los veranos de 2011 y 2012, la asociación ha organizado sendos campeonatos de birlas en el polideportivo, con notable éxito de participantes, parece que se va creando afición por este juego entre los jóvenes y mayores.

Actualmente contamos con 2 juegos de birlas que están a disposición de los socios y simpatizantes, para su uso en Julio y Agosto, en la piscina del polideportivo de Alpuente.

En las fotos vemos un aspecto de las partidas de birlas del campeonato de 2012 y los tres ganadores:  Paco,  Jaime Serrano y Salvador.

 

Revista La Taifa de Alpuente y las aldeas. Nº 8

Está a punto de salir de imprenta el número 8 de la revista.

Próximamente la recibiréis en casa los asociados.

Os pedimos disculpas por el retraso pero creo que valdrá la pena esperar.

En éste número veréis cambios en el diseño de las páginas interiores, ya que Elías Debón se ha encargado de la maquetación. Espero que os guste tanto como su contenido.

Os adelanto la editorial, y más adelante  iremos incluyendo  otros  artículos en la web.

EDITORIAL                                                                                Salvador  Rubio  Cubel

Un cordial saludo  a  los lectores.

 Termina 2012, pero en contra de todas las profecías de Nostradamus, Los Mayas, los Testigos de Jehová, etc.,  el mundo no se termina, las personas seguimos aquí, y llega el 2013, que ya está a la vuelta de la esquina.

La vida en nuestras ciudades y pueblos continúa, las situaciones de cada persona y de cada familia, cambian, y en los últimos años, especialmente desde que se inició  la crisis en 2008, por la burbuja inmobiliaria, o por otras circunstancias, para la  mayoría de ciudadanos,  empeora.

 

No hay más que   dar un vistazo a las noticias: El Paro creciendo, la corrupción y mal uso del dinero de nuestros impuestos por  parte de no pocos políticos que nos gobiernan,  la  subida de impuestos, los desahucios,  los recortes en sanidad, investigación, educación, prestaciones a desempleados  y discapacitados,  la reforma  laboral, las tasas judiciales, las posibles privatizaciones en sanidad y educación, las “ayudas económicas” a las cajas y bancos “nacionalizados”, …, estamos contemplando cómo  cambia todo.

Como ciudadanos, no podemos  ignorar esta realidad, ni mirar hacia otro  lado,  nuestra responsabilidad   es   ser conscientes de lo que pasa  y tratar de  cambiar  aquello que  no nos gusta, o que creemos injusto, en la medida de nuestras posibilidades. La democracia  no consiste  solo  en votar cada cuatro años. A quienes legislan y nos gobiernan, hemos de exigirles como mínimo honradez, transparencia y justicia. Nuestra  asociación  no tiene  color ni acepción política, pero sí democrática, por ello no debe  permanecer  ajena  a  la realidad   social  que  nos toca  vivir.

Estamos creciendo en número de asociados, pero debemos exigirnos más en participación, la última asamblea de agosto tuvo una baja  asistencia de socios. Hemos de ser conscientes de que la asociación somos todos y en la asamblea tenemos la oportunidad de  valorar el esfuerzo de la junta durante todo el año, opinando o sugiriendo  cambios y mejoras en las actividades realizadas.

Esta revista  es  también un medio  que  podemos  y debemos aprovechar para expresar nuestras opiniones o valoraciones sobre la asociación y sobre los acontecimientos de actualidad,  que  nos afectan  en el ámbito de  nuestra vida diaria en nuestros  pueblos, aldeas  o  comarcas  o  como ciudadanos en general de este planeta que habitamos. Os animamos  una vez más  a  utilizarla, a  enviarnos  vuestros artículos, opiniones  relatos, entrevistas, etc.,  para que sea útil y  pueda seguir  existiendo.

Seamos  positivos,  valoremos  lo bueno  de  estas  fechas  navideñas,  y  tratemos de  pasarlo  lo mejor  posible.

Feliz  Navidad  y  mejor  2013.

Relato: El Dilema

Os ofrecemos un relato corto de nuestro vecino y asociado Manuel Pérez Recio, escritor de varios libros y colaborador  habitual en nuestra revista «La Taifa de Alpuente». Recomendamos visitar su blog.

 

 

 

 

 

 

EL DILEMA                                                                                        por Manuel Pérez Recio

www.neloescribe.blogspot.com
–Menuda troná, padre. Parecía que San Pedro estuviera moviendo los muebles.
–El tiempo está loco, zagal. Que uno ya no sabe cuándo acaba el invierno. Igual te afloran los almendros que a la semana cae una helada y todo se va al carajo. Aunque esto ya se veía venir: lo del cambio climático ése, digo. Tanta contaminación y tanta puñeta… Más valdría que se ocuparan de cuidar el monte, que no se puede ni caminar.
–Es que ya casi no quedan animales que se coman las malas hierbas. Y después de los incendios, las aliagas crecen a sus anchas.
–Y los pocos que hay los matan. ¡Pues no hace que no he visto una liebre o un jabalí rondando por los aledaños!… Porque para acabar con ellos no hace falta pegarles un tiro, basta con meter una carretera de por medio. Al menos, antes aún iban a la cazuela. Que ahora, a los de ciudad les da reparo acercarse a ellos por no mancharse las manos de sangre; ni siquiera paran el coche a ver que han pillao… Cualquier día enganchan a una persona, con un todo-terreno de esos que nunca han pisado un charco, y se piensan que ha sido un perro.
–No diga eso, padre. Habrá de todo.

–¡Bueno! ¡Menuda escalera, eh! En fin, ya hemos llegado. ¿Tienes la llave?
–Claro. Tome.
–Ni sé cuánto hace que no subía al campanario. A ver… Ya. ¡Uf! Se está fresco aquí arriba.
–Vaya que sí. Pero hay buena vista, eso sí. Mire ese granizo. Parecen huevos de gallina.
Con ese tamaño te descalabran fácil.
–Seguro que también ha roto alguna teja. Menos mal que no hace aire. Vamos a echar un ojo.
–Yo miraré por aquí, y así vigilo la canal. ¿Le parece?

–Lástima de pueblo, la mitad de casas abandonadas. Acabará siendo todo escombros y maleza; tiempo al tiempo…
–No sea pesimista, que ahora cuando se ponga de moda lo del turismo rural vendrá mucha más gente.
–Ya nada es lo que era, zagal. De casi doscientas personas hemos pasado en menos de diez años a poco más de una docena, la mayoría viejos achacosos con un pie aquí y otro allá.
Eso sí, de siempre bien avenidos y todos a una. Para que luego vengan de fuera a decir que los de pueblo somos unos paletos incivilizados.
–Yo nunca he oído que nadie dijera eso de nosotros, padre.
–¿No?… Igual también tú debieras marchar un tiempo a la ciudad, a buscar un trabajo en las fábricas, y ver algo de mundo. Aquí no tienes futuro… Puede que tu madre, que en paz descanse la pobre mujer, aún tuviera razón en eso.
–Pero es que a mí no se me ha perdido nada allí.
–¡Que ya va siendo hora de que te busques una buena mujer, leñe! ¡Y me des algún nieto! Yo a tu edad… ¡Mira a tu hermana!
–¿La Herminia?
–¿Qué tienes más hermanas?
–No… claro. Pero tampoco crea que todo son alegrías. La gente sufre mucho de estrés. Y muere joven. No hablan entre ellos, van palante, palante como los burros. Además, la vida está muy cara: se paga hasta por respirar o cruzar la calle. Nada que ver con la tranquilidad que tenemos aquí.
–Tres churumbeles y un marido que trabaja en la Administración.
–¡Bah! Malcriados. Y el panoli del Eduardo, que siempre viene encorbatado y no para de hablar de sí mismo, mirándonos por encima del hombro como si fuera un ministro o yo qué sé.
–Je, je… Ahí no te quito la razón. Ése tiene un revés que… Anda, pásame el gancho que voy a retirarla.
–Cuidado, padre, con la campana, no se me vaya a golpear la cabeza. Que ya no está usted para estos trotes. Y póngase bien la boina que se le va a caer.
–¡Leñe, para ya! Habrá que sacar la cigüeña de ahí, ¿no? O en un par de días se llenará de gusanos.
–¿Quién le mandaría meterse a sacristán?… ¡Si usted es más rojo que las amapolas!
–Algo tengo que hacer, digo yo. Desde que me quitaron el carné, ya no puedo coger el tractor para ir a labrar. Y el campo, tú ya sabes, queda muy lejos para ir andando. Así que, por lo menos, tengo controlado al cura para que no se me desmadre con la feligresía.
–Ale, agarre el animal y vayámonos, que es un poco tarde.
–Uf… Cómo pesa la jodía.
–Espere, que le ayudo.
–¡Pero!… ¿Qué diantres!
–¿Qué sucede?
–¿Has visto eso, zagal?…
–¡Sí! ¡Están vivos! Los polluelos están vivos, padre. Y parecen hambrientos.
–La pobre pudo refugiarse bajo el techado del campanario, pero aguantó el granizo como una jabata para salvar a sus crías. Lo que es el instinto animal, oye.
–Lo ve, como no me puedo marchar.
–Abelino, que te veo venir.
–Alguien tendrá que cuidarlos. Y yo a usted no le veo de niñera.
–¡Ah…! Diablos… La… madre que me…
–¿Le ocurre algo, padre?
–No… No. Nada… Ya se me pasa. Un ahogo, no más. Cosas de la edad, ¿qué quieres, a mis años? Anda, agarra tú a los animalicos. Luego les haremos un sitio en el corral… ¡Y no me mires con esos ojos de cordero degollao, rediez, que no ha sido na! Pues no me queda aún ….
–¿Lucía?
–¡Abel!… Qué casualidad, te iba a llamar ahora. ¿Cómo estás?
–Bien. Por aquí andamos, salvando el Planeta. Verás, lo he estado pensando y…
–¿Le has contado lo nuestro?
–No. No he encontrado el momento adecuado.
–¿Cómo?… ¿Por qué me haces esto? ¿Es que no me quieres lo suficiente?
–No es eso, cariño. Claro que te quiero.
–¿Qué es entonces?
–Pues que me voy a quedar un tiempo más en el pueblo. No puedo marchar ahora. Mi padre está mayor y…
–Pero, ¿y qué hay de nuestros planes!… Ya lo habíamos hablado. ¡No podemos estar viéndonos sólo los fines de semana! Tenemos sitio para tu padre. El piso no es muy amplio pero nos apañaremos. Además, el comedor tiene vistas al parque de enfrente y al aparcamiento del súper. Se distraerá viendo pasar a la gente y los coches.
–No es suficiente, Lucía. Él no…
–Pues no voy a estar esperando eternamente, ¿sabes?
–No tienes por qué hacerlo. Siempre tenemos “la otra opción”.
–¡De eso nada! Yo no me mudo a un pueblucho, lleno de vejestorios, a tres cuartos de hora de la civilización. Si al menos estuviera en la periferia…
–Sé que no vas a entenderlo, así que no te daré más explicaciones: un año, es todo lo que te pido. Luego, si Dios quiere, buscaremos una solución para mi padre e iremos a vivir a la ciudad, o donde tú quieras.
–Abel, perdona, pero he de dejarte, es que tengo la comida al fuego. Si te parece, ya hablamos esta noche más tranquilos, ¿vale?… Ah, y una cosa más: este sábado no podemos quedar, que tengo merienda con unas antiguas amigas del instituto. Hace tiempo que no nos vemos y quizá se nos alargue la tarde. Se me olvidó decírtelo.
–No pasa nada, lo comprendo.
–Entonces hasta luego, Abel. Después te llamo. Un beso.
–Adiós, Lucia, adiós. Un beso muy grande. (Clic) …¿Sabes? Es extraño, pero te quiero. Y  tardaré en olvidarte. Pero espero, sinceramente, que seas muy feliz.

Manuel Pérez  Recio

 

BALANCE Y CRÓNICA DEL VERANO DE 2012

CRÓNICA  VERANO 2012.

Lo más destacable del pasado verano, ha sido el intenso y  anormal calor  que hemos sufrido  durante los menes de Julio y Agosto.

La sequía  ha hecho mella en las cosechas de cereal, almendra y en la uva. Los  labradores alpontinos, han tenido que trabajar más la tierra para conseguir mitigar la falta de agua.

El Reguero ha estado completamente seco hasta finales de Agosto, en que cayó una tormenta de cierta importancia por la zona de Cuevarruz, y  propició hacer correr el agua de nuevo, así como  la salida de los codiciados rebollones este otoño.

Afortunadamente  el otoño ha sido más lluvioso de lo habitual, con lo cual, parece que  se ha dado un respiro importante para la vegetación de nuestros montes y campos.

Los Agricultores alpontinos se mueven, y parece que apuestan por el futuro, tras la paralización inicial de las obras, se ha  reiniciado la construcción del almacén automatizado de distribución para la almendra, una nave de considerable tamaño, situada en la nueva circunvalación, en el cruce de Baldovar, la nave está ya casi acabada por fuera.

A ésta nave, se sumará  una gasolinera que montará  una empresa de Sarrión. Se va a  invertir en total alrededor de un millón de euros.

Éstas inversiones van a suponer tener gasóleo más barato para los agricultores, y un servicio de repostaje más cercano para los alpontinos, y pueblos cercanos, así como ventajas a la hora de manipular, almacenar y vender la almendra,  consiguiendo  mejor precio de venta del producto que de forma individual, y creando  algún puesto de trabajo para Alpuente y las Aldeas.

Julio, como siempre, ha sido un mes tranquilo, en que los mayores disfrutan de sus nietos, sus paseos, el sol y las tranquilas charlas a la sombra. Los niños y las madres disfrutan de la calle y de la piscina, y los que estamos en edad de trabajar, aprovechamos las vacaciones o los fines de semana para acudir al pueblo, o a las aldeas,  y en algún caso viajar a otros lugares durante unos días.

Como otros años, se han continuado celebrando los torneos de Fútbol sala y frontenis, de gran aceptación entre los jóvenes del pueblo y las aldeas,  la comida en el poli del tradicional caldero, y los bailes con orquesta en el polideportivo.

Por su parte la asociación de Jubilados, también ha organizado concursos de guiñote, brisca y parchís, en su local social, del  antiguo colegio.

Nuestra   asociación, con la junta renovada hace dos años al frente, ha intentado mantener y mejorar la oferta lúdico- cultural del verano para  Alpuente  y las Aldeas.

Las ya consolidadas excursiones de Senderismo, con nuevas rutas, han continuado con gran aceptación, en las Aldeas y el pueblo, especialmente en El Collado donde se llegaron casi a 50 participantes, y la cena senderista en la Veleta, con alrededor de 80. La media de asistentes ha estado alrededor de 35, un grupo importante, de aficionados que año tras año nos vamos conociendo. Este año dado el agobiante calor, hemos reducido los recorridos, y en casi todas las salidas, estábamos de regreso hacia las 11 de la mañana, saliendo, como siempre a las 8.

Ya a finales de julio, comienzan nuestras tradicionales fiestas, San Cristóbal en El Hontanar, Santa Bárbara en Campo de Arriba, San Isidro en Campo de Abajo, San Roque en Baldovar, La Virgen de Agosto y San Cristóbal en La Villa, San José en Cuevarruz, San Miguel en El Collado, La Asunción en Corcolilla, y La Virgen de la Cabeza en La Almeza, detrás de cada fiesta están los festeros y las festeras, que se encargan de organizarlas.

En La Villa y Las Eras, que desde hace años comparten los actos festivos cuando no tocan fiestas gordas, éste año ha habido un relevo generacional en el grupo de jóvenes que se encargan organizar estos actos lúdicos, con alguna novedad, como el concurso de “birra y Frankfurt”, criticado por algunos pero con bastante éxito de participación.

El Concurso de fotografía es otra de las actividades culturales de mayor aceptación, este año hemos superado los 50  participantes, muchos de ellos con gran calidad en sus fotografías. Este año la exposición se limitó a una selección de una foto por participante, más las seleccionadas o finalistas y las tres premiadas.

Otra novedad importante en la faceta cultural ha sido el concurso de Dibujo, para Alpuente y Aldeas, que  ha llevado a cabo la asociación, junto al concurso de fotografías, ambos  bajo el mando de Antonio Debón.

Finalmente, la oferta cultural se completó con la charla sobre astronomía, de Juan Manuel  Bullón, en la Casa de Cultura, y la nocturna observación de estrellas  en la Veleta.

Entre las actividades lúdicas y deportivas, cabe destacar el gran éxito de la tradicional cena de hermandad, este año con entrega de trofeos y concurso de postres,  la cena y desfile  de disfraces con bingo, las jinkanas  para los niños en la urbanización de las Eras, para los niños, con chocolatada y torta,  que organizó José Bueso,  y los torneos de Birlas y futbolín que también se van consolidando, en el Polideportivo, además de la 1 ª carrera pedestre  de unos 5 km, que conto con unos 15 participantes.

Por su parte, El Ayuntamiento, además de colaborar con la asociación  en algunas actividades, como el concurso de fotografía, organizó las jornadas etnológicas  los días 31  de Agosto y  1y 2 de  Septiembre, en las que nuestra asociación contribuyó con la organización y montaje de la muestra de Fotografía  Antigua, realizando una selección, a partir de nuestro archivo fotográfico de las  pasadas muestras de 2005 y 2008.

 

Fue muy importante en estas jornadas, la participación de los vecinos, para ambientar las calles con herramientas, objetos y escenas tradicionales de la agricultura, y los oficios  antiguos, animados por el concurso que  organizó  el ayuntamiento, en cuyo jurado participamos  las asociaciones, así como la muestra de tractores y maquinaria agrícola antigua, y la cantina montada por los festeros de 2014.

También fue interesante el mercado- exposición de oficios, asociaciones  y alimentos tradicionales, en la plaza de la Villa, en que la asociación ocupó una de las carpas.

 

A finales de Septiembre,  tuvimos la segunda edición de la carrera pedestre  Trailalpuente, repitiendo el recorrido del año anterior, pero con notable aumento del número de participantes, este año integrada  en el circuito de  cinco carreras de La Serranía, junto con Tuéjar, Chelva, Titaguas y Sot de Chera,  con los organizadores Pedro y Ester Javaloyas, y el patrocinio de Seguros Divina Pastora, y de varios establecimientos de Alpuente, así como de nuestra asociación.

Finalmente, otro acto cultural relevante fue la actuación en  la plaza de la Iglesia de Alpuente, del cantante de música tradicional de Xàtiva,  Pep  Gimeno, “el  Botifarra”, acompañado de bandurria y guitarra, el lunes 26 de Agosto, promovido por un grupo de amigos- seguidores del cantante, también  asociados a la  ACAAyA,  con gran éxito de público, que disfrutó de su música, sus refrans, endivinalles, , contes, etc, en una tarde espléndida  e inolvidable.

Como podemos ver, el balance de actividades  es importante, la asociación está presente en la oferta cultural, deportiva  y lúdica de Alpuente y de las Aldeas, donde nos gustaría ir aumentando nuestra presencia y participación. Por ahora, aunque pocos,  tenemos  asociados de casi todas las Aldeas: Campo de Arriba, Campo de Abajo, Baldovar, Las Eras, La Almeza, La Canaleja, La Torre, Corcolilla y Cuevarruz, – Parece que El Collado es la única aldea en que no tenemos asociados. Animamos  a  todos  a  sumarse a nuestras iniciativas. “Juntos somos más fuertes y podemos hacer más y mejores cosas”.  Os recuerdo que el nombre de la asociación es: Asociación Cultural  Amig@s de Alpuente  y  Las Aldeas.

 

Nº 8 de La Taifa de Alpuente

Amigos y colaboradores de la Asociación Cultural Amigos de Alpuente y aldeas:

El equipo de la revista esta preparando el próximo nº 8, para mediados de Diciembre de 2012.

Nuestro primer número salió en Junio de 2009, hace ya más de tres años.

Desde entonces, la revista ha ido creciendo, gracias a las colaboraciones de numerosas personas que han aportado sus escritos, entrevistas,  trabajos, fotos, etc.

Nuestra pretensión no es otra que servir de vehículo de comunicación, entretenimiento e información, sobre cualquier tema que tenga relación con Alpuente, las aldeas y/o  la Comarca de La Serranía. Para ello se necesita la colaboración de todos.

Desde ésta web,  animamos a los visitantes  a participar en el próximo número 8, como sugerencias,  podéis hacer y enviar una entrevista a vuestros mayores, recoger algún escrito, refrán, verso, recetas, estudio sobre nuestras costumbres, oficios, aficiones,  fauna y flora de nuestro entorno, coplas, opiniones y reclamaciones sobre nuestras necesidades y servicios, reseñas de noticias o acontecimientos pasados o de actualidad, fotos comentadas, relatos cortos, etc.

Os recuerdo la dirección de e-mail:

scaalpuente@gmail.com

Tened por seguro que se publicarán íntegramente en la revista.

Un cordial saludo.

 

 

 

 

Nueva exposición en VINALESA

Consuelo Gunzález, vecina de Corcolilla, y  Elvira Ferrer,  de la  Villa de  Alpuente, participan, junto con otros artistas de distintas disciplinas en la exposición  que se inauguró el pasado martes 9 de Octubre en el Espai Cultural LA NAU, detrás del Ayuntamiento de Vinalesa .

En ella podemos ver una selección de pinturas de ambas artistas, junto con otras obras pictóricas, escultóricas y cerámicas, que completan esta interesante y recomendable exposición.

La obra estará expuesta hasta el próximo dia 21 de Octubre.

 

Conjuro y proclama senderista 2012

Este año celebramos la cena senderista de  La Veleta, el 25 de agosto.

Fué noche de luna creciente, no se hizo en luna llena porque caía a primeros y a finales de Agosto.

En la cena se ofreció vino blanco, fresco,  de nuestra tierra, y tras la cena se sirvió la queimada, que este año, a causa de los incendios, llevábamos ya preparada en  un puchero para no hacer llama.

Entre 80 y 100 senderistas y simpatizantes disfrutamos de una cálida noche veraniega al aire libre.

En Galicia es  tradicional leer el conxuro, al tiempo que se hace la queimada, este año no lo  leímos porque ya estaba hecha, pero os mando un enlace para que lo leais en galego y castellano. También tenéis la receta.

http://www.galinor.es/galeria/queimada.html.

Este es el texto de la PROCLAMA  Senderista que este año leímos a duo Antonio Debón y yo (Salvador Rubio), antes de servir la queimada:

Amigos Caminantes:

Este año el camino está siendo duro y difícil.

Los espíritus del mal, abanderados por el fuego,

nos han traído el calor, la sed, el cansancio y la sequía, 

calentando el aire, robándonos el agua  y secando la tierra.

Por eso, esta noche, al hacer esta queimada,

los hemos invocado y han ardido  en su llama.

Os invitamos a tomar un sorbo de éste brevaje,

para que al pasar por vuestras gargantas, 

sintáis la llama purificadora que os librará de todo lo negativo 

que haya en vuestro ser.

Por último recordaros lo que escribió el poeta:

Caminante, son tus huellas el camino y nada más

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar

Al andar se hace camino y al volver la vista atrás,

se ve la huella que nunca se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino, sino estelas el la mar.

BUENAS NOCHES,  BUENA SUERTE Y BUEN CAMINO.