La huella de Carbono

La huella de Carbono

Seguramente habréis oído hablar en más de una ocasión de la huella de Carbono y os habréis preguntado ¿Qué es eso, para qué vale, pero sobre todo… cuánto me va a costar?
Para empezar os diré que la huella de carbono según el diccionario de moda (Wikipedia) es «la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto”. Dicho de otra forma, la huella de Carbono mide el impacto que provocamos (todos tenemos nuestra propia huella de carbono) sobre el calentamiento global.

¿Y por qué son malos los gases de efecto invernadero?
La respuesta es fácil, son malos porque suponen un importante impacto ambiental global negativo sobre el medio ambiente (antes el ambiente era completo, pero poco a poco nos lo hemos ido cargando con el tiempo).
Son malos porque comprometen el desarrollo sostenible, es decir, la capacidad de satisfacer las necesidades de generaciones futuras. Si pensabas que nuestros antecesores nos han dejado una herencia envenenada, ¿Cómo piensas que les vamos a dejar el planeta a nuestros sucesores evolutivos?

Pero, en concreto, ¿a qué efectos nocivos nos referimos?
En primer lugar provoca el CAMBIO CLIMÁTICO, lo que se traduce en un aumento progresivo de la Temperatura media de la Tierra. Y como consecuencia: Desertización, deforestación, se derriten los glaciares y aumenta el nivel del mar (peligro para nuestras espléndidas playas), aumenta la temperatura de las aguas, etc…
Otra de las causas del calentamiento global es la acumulación de gases (de efecto invernadero) en la atmósfera. Se forma una capa que retiene el calor, como cuando dejamos el coche al sol con las ventanillas subidas y luego es imposible entrar.

¿Sabías que cada año se pierden cerca de 15.000.000 de hectáreas por la deforestación? Para que te hagas una idea, un campo de fútbol mide algo menos de una hectárea, es decir, se pierde el equivalente a 15.000.000 de campos de fútbol de bosque. ¿No crees que algo estamos haciendo mal?

Por otro lado se produce una pérdida constante de biodiversidad, aumentando el número de especies en peligro de extinción. Si pensabas que es un problema que nos queda lejos, deberías saber que en la Comunidad Valenciana hay al menos tres especies en peligro: la nacra, la cerceta pardilla y la jara de Cartagena, pero no son las únicas.

 

Otro impacto directo que los gases derivados del Carbono tienen sobre el medioambiente es la disminución de la capa de Ozono, entorno al 2,5 % anual. Las capas altas de la Atmósfera (estratosfera) contienen ozono (O3) que absorbe, o al menos lo intenta, la mayor parte de las peligrosas radiaciones ultravioletas.

La lluvia ácida es otros de los efectos negativos que provoca en la naturaleza, ya que acidifica el agua de lagos, embalses… dificultando el desarrollo de la vida acuática y dañando las plantas y cultivos. ¿Te has parado a pensar dónde van esos animales y plantas afectados por la lluvia ácida? Efectivamente, a nuestros platos.

¿Y por qué es importante saber cuántos gases derivados del Carbono generamos?
El Carbono se encuentra en todos los seres vivos y es necesario para vivir ya que es indispensable para el sustento básico, pero cuando se combina con otros elementos genera una serie de gases que en grandes cantidades son altamente perjudiciales para el medio ambiente, por eso debemos cuantificarlos, para tenerlos controlados.

¿De dónde salen, quién los genera, a quién hay que señalar?
Las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero que favorecen el calentamiento global son:
El transporte (14%), la electricidad y calefacción (25%), las industrias (14%), refinerías y minería (14%), cambios en el uso de tierra (18%), agricultura (14%), desechos y vertederos (4%)
Ejemplo de desglose de “HUELLA DE CARBONO”

¿Qué podemos nosotros hacer modestamente para reducirlo o eliminarlo?
Para empezar NO SE PUEDE ELIMINAR, porque es imposible y porque acabaríamos con la vida, pero sí se puede reducir para minimizar sus efectos negativos.

Unas buenas prácticas fáciles de hacer en nuestras casas y centros de trabajo, por ejemplo serían:
Apagar luces, el ordenador al acabar la jornada, los sistemas de aire acondicionado al abandonar la estancia… Seguro que si pensamos un poco se nos ocurren unos cuantos consumidores de energía que podemos evitar.
Evitar fugas de agua, puertas abiertas con la climatización en marcha, iluminación innecesaria, así como otras clases de desperdicio de energía (seguro que también se nos ocurre alguna).
Ajustar el termostato de tu sistema de calefacción y aire acondicionado (utilizar la ropa adecuada en casa).

A continuación un ejemplo claro de eficiencia energética lumínica

Y por último unos consejillos para reducir tu huella de carbono
Cambia las luces por otras de tecnología LED. La incandescencia fue muy útil en el siglo pasado, pero ahora toca renovarse.
Desenchufa los “vampiros”, esos aparatos eléctricos o electrónicos que tienen un consumo remanente de energía cuando están en stand by.
Aísla tu casa del exterior (ventanas, puertas, paredes, techo…)
Consume productos locales, puede que los elaborados en Alpuente estén entre los mejores del mundo.
Comparte transporte, utiliza medios colectivos como el transporte público.
Recicla, reutiliza, recupera, repara, reinventa.
Lleva tus propias bolsas cuando vayas al super a comprar.
Utiliza electrodomésticos con buena clasificación energética (A+++)