In memoriam: Eufrasio Martínez

Marina y Eufrasio: en sus años mozos en Alpuente

Cuando perdemos a un ser querido no hay consuelo para nuestra pena. Y es que deja un vacío en nuestras vidas que nada ni nadie es capaz de ocupar. Desde hace días la pérdida de Eufrasio Martínez ha abierto una “agujero” en el corazón de Marina, su esposa, su hijo, sus nietas, familiares y amigos que han compartido su vida  y sienten ese vacío, esa ausencia.

Si quisiera resumir en una palabra a Eufrasio diría que fue un hombre bueno. Cuando le conocí en mi etapa de presidente de la Asociación él ya llevaba jubilado bastantes años e iniciaba la década de los ochenta. Su rostro, su forma de hablar y comportarse irradiaban un halo de paz y de bondad y recordaban la imagen de recio hidalgo castellano.

Recorrió la geografía española de norte a sur de este a oeste. Su infancia y juventud no fue fácil. Como no lo fue para esa generación que le tocó vivir una guerra civil y una larga posguerra donde el hambre apretaba las carnes y aguzaba el ingenio. Una generación donde el trabajo infantil no era explotación sino supervivencia. Nació en 1928 en Tubilla del lago, Burgos, a pocos kilómetros de Aranda del Duero y Burgo de Osma, donde está la Farmacia más antigua de España.

Con apenas 19 años ingresa en el cuerpo de la Benemérita y el joven Eufrasio es destinado a Alpuente. Allí conoce a una joven de ojos claros, Marina, que le inyecta el mal de amores y que sería su compañera, esposa y madre de su hijo Luis. Dos años más tarde el Cuerpo demanda sus servicios en Torrevieja y allí se va el joven enamorado con el corazón partido entre la Serranía y la costa. Finalmente la joven pareja decide contraer matrimonio en la Iglesia de Alpuente.

Con el grado de comandante

En 1973 su carrera profesional sufre un nuevo ascenso al ingresar en la Academia Especial de la Guardia Civil. Sin embargo eso supone un nuevo traslado en esta ocasión al País Vasco precisamente en los “años de plomo” cuando ETA se mostró más cruel y sanguinaria.

En 1982 se jubila con el grado de comandante y se reencuentra con Alpuente. Rehabilita o mejor se construye una casa con vistas a la sierra y a la hermosa vega de Alpuente. Allí disfrutó la última etapa de su vida en compañía de su hijo Luis, sus nietas, y su mujer. Una etapa dulce y llena de hermosos recuerdos.

Por aquellos años se fundó la asociación cultural amigos de Alpuente de la que formó parte activa como socio fundador y como vicepresidente.

Con su hijo Luis, en Alpuente, en la última etapa de su vida

De Eufrasio podemos decir que disfrutó de una larga vida, intensa y repleta de buenas obras. ¿Qué más se puede pedir? Nada de esto servirá de consuelo ni para Marina ni para Luis, sus nietos o sus seres queridos. Pero gozó de una vida plena que supo aprovechar hasta el último minuto incluso cuando la naturaleza comenzó a borrar sus recuerdos. Nosotros como alpontinos, como miembros de la ACAA, estamos en deuda contigo Eufrasio y te damos gracias por todo lo que hiciste por nosotros, por la asociación  y por Alpuente.

Siempre en nuestro recuerdo.

Con sus queridas nietas


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