Despedida

Escribir este artículo me produce tristeza y frustración. Tristeza porque todas las despedidas los son. Y frustración porque no he alcanzado el objetivo que me propuse hace una año.

Como ya es sabido, hace un año, en la Asamblea General de la Asociación la anterior junta presentó su dimisión irrevocable en bloque.

La Asociación se veía abocada a la disolución de la misma si no se presentaban socios que asumieran la responsabilidad de formar una Nueva Junta directiva.

Varios socios entre los que se contaban Emiliana Sánchez, Miguel Ángel López, Yolanda Carbonell, Daniel Garcia, Nieves Rodríguez, Sebastián Talaya y Eduardo Escartí aceptaron el reto.

La nueva junta nacía con una vocación provisional.

A lo largo de este año hemos intentado recuperar actividades, la página web, mantener la lotería, la revista, captar socios y hacer atractiva la Asociación.

Sin embargo mi impresión personal es que no hemos conseguido recuperar el pulso ni interesar a los asociados.

Estamos viviendo tiempos difíciles de pandemia que dificultan las relaciones sociales. Pero una asociación no puede sobrevivir sin la participación de sus miembros.

Reconozco que no hemos tenido capacidad de convocatoria o movilización ni entre la gente joven ni entre los más veteranos y entono mi “mea culpa”. Y también reconozco que no sé cómo encarar o enfocar el reto.

Esta es la razón por la que presento mi dimisión irrevocable de mis cargos y obligaciones en la Asociación.

A todos los que durante este año habéis confiado en mí y trabajado codo con codo os doy las gracias.

Me voy, como he comentado mas arriba, con una sensación agridulce. Creo que he cumplido con mi compromiso pero hubiera deseado haber obtenido un resultado más espectacular.

En cualquier caso gracias por vuestra paciencia y colaboración.

Deseo y espero que quienes se mantienen en la junta o tomen el relevo consigan los objetivos que nos propusimos.

Motivos para la esperanza

Reconozco que al escribir el título de este artículo he dudado en escribirlo entre signos de interrogación. Y sin duda más de uno estará de acuerdo conmigo que la evolución de la pandemia a lo largo de estos dos años ha sido inquietante y sorprendente. Como sorprendente es que con más del 80% de población vacunada se haya producido un tsunami de contagios como el que surgió a partir de mediados de diciembre.
Y esta ola ha sido mundial primero en Sudáfrica, se extendió al Reino Unido y después a España y a toda Europa. Estados Unidos va con unos diez días de retraso con respecto a nosotros.
Primera conclusión: Las vacunas no evitan la infección por ómicron.
A nuestro alrededor hemos visto como personas con dos e incluso con la dosis de refuerzo inyectada han contraído la enfermedad. La mayoría de las personas desarrollan una enfermedad leve con síntomas muy similares a los que provoca un catarro común. Congestión nasal, tos, malestar, febrícula. Los síntomas se extienden por un periodo entre cinco o siete días y la recuperación es completa y sin secuelas.
Segunda conclusión: Las vacunas previenen de la enfermedad grave y la muerte
El volumen de personas infectadas ha sido enorme a lo largo de todo el mes de diciembre y comienzos de Enero alcanzando cifras que superaron los peores meses de Marzo y Abril del 2020. Sin embargo los ingresos en Hospitales, en UCI y los muertos se mantuvieron en cifras muy bajas en comparación a la incidencia acumulada.
Desgraciadamente la infectividad de ómicron es tan grande que el número de personas con patología leve o moderada ha generado un volumen de consultas tanto presenciales como telefónicas incalculable e inasumible por el sistema de Atención Primaria. Ello provoca un fenómeno de desplazamiento. Si un paciente busca atención por su médico general y este no puede atenderlo acude a urgencias. Cuando estas se saturan la onda continúa propagándose hacia las urgencias hospitalarias que tampoco pueden atender la demanda y el sistema colapsa.
Nos encontramos en la peor de las situaciones. Los pacientes que de verdad precisan atención rápida y urgente sufren largas colas y esperas para ser atendidos. El ciudadano que precisa la baja, un certificado para la empresa, el alta, una analítica o necesita consultar un problema o una duda lo mandan con cajas destempladas a su médico de cabecera. Y vuelta a empezar. Los profesionales ven cómo desperdician su tiempo rellenando formularios atrapados en una maraña de procedimientos burocráticos
Tercera conclusión: Nuestros sistemas de atención sanitaria a nivel hospitalaria son robustos y hay que reconocer que ha soportado bastante bien el envite. Sin embargo la atención primaria se ha desmoronado. Falló la atención en consulta, falló el sistema de atención domiciliaria, falló la vigilancia epidiomológica, falló el seguimiento de los casos cuando aún era posible, falló la burocracia. Esto ocurrió en los núcleos urbanos y en las zonas más pobladas. En el medio rural la atención primaria se ha comportado de manera bien distinta y podemos afirmar que funcionó razonablemente bien.
¿Dónde están los motivos para la esperanza?
En primer lugar, en la comprobación que las vacunas previenen la enfermedad grave. En segundo lugar en la naturaleza del ómicron que muestra una alta infectividad, junto con una menor agresividad. Si nos fijamos en la figura de casos diarios de covid a lo largo de la pandemia vemos que en enero de 2022 se llegaron a declarar hasta 179,000 casos.

Casos diarios a lo largo de la pandemia (datos oficiales)

Sin embargo en la figura 2 que representa el número de muertos diarios vemos que apenas llega a 240. En Abril de 2020 con muy pocos casos declarados, en proporción a los actuales, se llegaron a registrar 1000 muertos. Las dos figuras son como una imagen especular. A comienzos del 2020 el número de casos no era muy grande sin embargo el número de muertos y hospitalizados era tremendo.
En 2022 el número de infectados es abrumador pero el número de ingresados y muertos es pequeño proporcionalmente.

Muertos por Covid de Febrero 2020 hasta Enero 2022 (Datos oficiales)


Por otra parte, el ómicron ataca las vías respiratorias altas y respeta el pulmón. El número de pacientes infectados por ómicron que precisan intubación es casi igual a cero.
Un comportamiento menos agresivo se traduce en menor mortalidad y menor morbilidad como se ha demostrado a lo largo de esta sexta ola.
Además, un alto número de personas que ha contraído la enfermedad desarrolla la inmunidad natural completa que es diferente a la que se adquiere con las vacunas.
Todo ello nos hace pensar que estamos asistiendo al principio del fin.
Más de uno pensará también lo creíamos hace un año cuando llegaron las vacunas y pensábamos que estas Navidades iban a ser casi normales.
Podría surgir otra variante que escape a las vacunas y sea más peligrosa. Es una posibilidad real pero queremos pensar que poco probable. Si volvemos la vista hacia atrás en la epidemia de gripe de 1918 provocada por H1N1 ocurrió algo similar. La segunda ola que tuvo lugar en 1919 fue mucho peor que la primera.
En mi opinión, ¿hay motivos para la esperanza? Sinceramente creo que sí. Cierto que durante meses tendremos que llevar mascarilla en lugares cerrados, tendremos que seguir respetando algunas normas y es posible que tengamos que ponernos una dosis de recuerdo el año que viene. Pero en breve recuperaremos nuestra normalidad y la pandemia será el recuerdo de una pesadilla que dio la vuelta al mundo, que alteró nuestras vidas pero pudimos superar. ¡Sea!

Comunidad Energética Local

Muchos de vosotros habreis recibido a lo largo de este otoño en vuestro teléfono móvil convocatorias para talleres participativos donde se anunciaba la Comunidad Energética Local (CEL) de Alpuente. Dichos talleres se llevaron a cabo por Sapiens Energía con el patrocinio de la Generalitat Valenciana, el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) y el Ayuntamiento de Alpuente.

Sapiens según se anuncia en su página web es una Comunidad de Energías Renovables (CER) sin ánimo de lucro y constituida como sociedad cooperativa.

Pero ¿qué son las comunidades energéticas, para qué sirven, qué objetivos tienen? A estas preguntas se les dio respuesta en los talleres que se organizaron en Alpuente a lo largo de los últimos meses.

Para aquellos que no pudieron asistir o para aquellos que aunque asistieron les han surgido nuevas preguntas escribimos el presente artículo.

Desgraciadamente no pude asistir a todas la reuniones pero la información obtenida en las charlas a las que asistí la he complementado con la información publicada por el ministerio, la propia Sapiens o el IVACE, a fin de ofrecer al lector respuestas a todas sus dudas.

Las comunidades de energía local nacen bajo el impulso europeo de la transición energética con la finalidad de disminuir las emisiones de CO2, conseguir energías renovables, “democratizar” la producción de energía, hacerla accesible, disminuir su coste de generación, fomentar el ahorrro y aminorar nuestra dependencia energética. Así nos convertimos en productores de una parte de la energía que consumimos.

En 2008 se firmó un compromiso entre numerosos pueblos y ciudades europeas donde sus representantes se comprometen a implementar una serie de medidas para mejorar el clima y el medio ambiente. En la actualidad existen más de 7,000 representantes locales situadas a lo largo y ancho de la comunidad mundial con un total de 57 países.

En mayo de 2016 Alpuente firmó el conocido como pacto de las Alcadías. El Ayuntamiento de Alpuente, siguiendo el compromiso adquirido dentro del Pacto de los Alcaldes por el Clima y la Energía, fijó unos objetivos de reducción de emisiones respecto al año base seleccionado (2010) de un 40% como mínimo para el año 2030, un ahorro de consumo del 27% y la utilización de fuentes de energía renovable en un 27% del consumo.

Dentro de este compromiso el Consistorio instaló en la cumbrera del nuevo almacén municipal una instalación fotovoltaica con una capacidad de producción de unos 34 kW. Esta producción de energía limpia supondrá que dejaremos de lanzar al año a la atmósfera unas 37 toneladas menos de CO2, lo que equivaldría a plantar unos 600 árboles.

Pero no nos desviemos del propósito de este artículo ¿para qué sirve una comunidad de energía local (CEL)?

Una de sus ventajas que salta a la vista es la económica. Algunos vecinos pueden estar interesados en colocar paneles solares en su casa pero no desean hacer un desembolso de 5,000 o 6,000 euros. En una CEL con un desembolso de unos 500 € se puede obtener un ahorro en el consumo de la luz de hasta un 25%. Otra de las ventajas ya la hemos comentado más arriba es autonomía energética y finalmente compromiso con el medio ambiente.

Otra de las ventajas es que algunos vecinos que residen en el casco histórico no pueden colocar paneles solares porque patrimonio no lo permite, de este modo si en un radio próximo, unos 500 mts, existe algún socio productor o facilitador podrían beneficiarse de la energía renovable

Existen diferentes formas de participar, como socio, como “prosumidor” (productor de energía y consumidor) como facilitador y finalmente como inversor.

El socio forma parte de la CEL, tiene derecho a voz y voto y en futuro puede elegir la modalidad de prosumidor

El consistorio utilizará unos 8 kW y el resto de la producción la cederá a la CEL que estará formada por unos 25 prosumidores aproximadamente.

Nos parece esta una excelente iniciativa del Ayuntamiento lo que coloca a Alpuente en la vanguardia en este sector.

Coronavirus: ¿Qué nos espera?

Covid 19

El futuro nos es desconocido para todos, pero podemos intuir o sospechar cómo se van a desarrollar los acontecimientos a la luz de lo que ha ocurrido y de lo que está sucediendo.

Después de año y medio de pandemia en la que la población con puntuales excepciones se ha comportado de manera ejemplar estamos cansados de medidas excepcionales, de la mascarilla, del aislamiento social y nos gustaría retomar nuestras rutinas anteriores. ¿Será posible en un plazo breve?

En mi opinión la respuesta es sí. ¿En que datos me baso para lanzar esa respuesta aparentemente tan optimista?

En primer lugar en la propia naturaleza del virus. Los virus como todos los seres vivos tiene como misión fundamental reproducirse. Solo pueden vivir en el interior de las células así si son excesivamente potentes acaban con la vida del huésped y su ciclo vital se agota. Así ocurre por ejemplo con el ébola, un virus mortal que precisamente por ello, su rapidez en propagarse es tan alta que mata a las personas que infecta y por lo tanto se rompe su ciclo reproductivo.

El Coronavirus, SARS-CoV2, es un virus tremendamente eficaz en su ciclo vital. En primer lugar tiene un R0, el índice de infectividad, altísimo. Una persona infectada puede transmitir la enfermedad a cinco personas. En el caso de la variente delta el R0 se ha visto que puede alcanzar un valor de hasta 10 personas. Pero además posee otra característica que le permite extenderse rápidamente. Desde que una persona se infecta hasta que desarrolla los síntomas pueden pasar hasta más de siete días. Durante ese tiempo esa persona “sana” transmite el virus a todos sus contactos. Podemos alejarnos de las personas enfermas pero no de los “sanos” que en realidad son ya portadores del virus. Por otra parte tiene un índice de letalidad muy bajo lo que permite que las personas sobrevivan y sigan extendiendo el virus.

Después de haber leído el párrafo anterior el lector se preguntará y ¿donde están los motivos para el optimismo?

Las vacunas de RNA modificado, Moderna y Pfizer, están demostrando ser muy eficaces. También lo son la AstraZéneca o la Jansen aunque con un porcentaje ligeramente inferior. Y sus efectos secundarios han sido hasta la fecha mínimos si comparamos con el volumen de vacunas administrados. Es cierto que han muerto algunas personas y otras han sufrido trombosis o eventos no deseados pero como ya se comentó en otro artículo (véase “El riesgo de vivir”) la seguridad absoluta o la ausencia de riesgo es sencillamente imposible. Tenemos que guiarnos por la ecuación riesgo/beneficio y esto es así para cualquier decisión que tomamos en nuestra vida cotidiana.

La protección frente a la variante delta de ambas vacunas es muy alta incluso después de seis meses de haber sido administrada.

Por otra parte los virus con el paso del tiempo, llevamos ya más de 18 meses de pandemia, tienden a perder agresividad. Se produce un fenómeno de selección natural donde los seres vivos más sensibles o vulnerables al virus son presa fácil del mismo y el resto de la población de manera natural, infección o contacto, o artificial, vacunas, adquiere un cierto grado de resistencia. Este fenómeno descrito así puede parecer cruel. Pero forma parte de la historia de la humanidad y de la medicina. Poco a poco la población diana del virus se va agotando y por lo tanto su capacidad de infectar o su R0 disminuye.

Algunos epidemiólogos afirman que al igual que se hizo con el sarampión es posible que se pueda erradicar el SARS-CoV2. Tal es el caso de Nick Nilson y su equipo de Nueva Zelanda que publicaron en Julio de este año en la revista BMJ Global Health un artículo en la que insistían en que no se debe perder la esperanza de erradicar el virus 1 y creen que esta posibilidad es muy probable.

Para ello es necesario seguir con las campañas de vacunación extendiendolas hasta los 12 años y tratar de alcanzar el 100% de la población diana. Es sin duda un objetivo ambicioso pero no imposible.

Mientras tanto seamos prudentes. Las vacunas no protegen al 100% y hay personas que incluso con la pauta completa se han infectado. Utilicemos la mascarilla en lugares cerrados y concurridos. Las personas con pauta completa es muy poco probable que transmitan la enfermedad aunque no imposible.

Creo que lo peor de la pandemia ha quedado atrás y la «normalidad» volverá a nuestras vidas.

¡Sea!

1We should not dismiss the possibility of eradicating COVID-19: comparisons with smallpox and polio. Nick Wilson,1 Osman D Mansoor,2 Matthew J Boyd ,3 Amanda Kvalsvig,1 Michael G Baker1. BMJ Global Health. July 2021

Comunicado de la nueva Junta

El pasado 31 de Julio se celebró la Asamblea General de la ACAA.

No se reunía desde Agosto del 19 debido a la pandemia. La asamblea se celebró con todas las normas Covid de seguridad, ventanas abiertas, distancia de seguridad entre los asientos y mascarilla obligatoria en el local. La junta saliente expuso como se señala en la nota publicada el día 4 su renuncia irrevocable a seguir al frente de la Asociación. Esta renuncia si nadie tomaba el relevo suponía según se contempla en los estatutos la disolución de la misma y su desaparición.

Ante esta disyuntiva algunos socios entre los que se encuentran Emiliana Sánchez, Miguel Ángel López, Neus Rodríguez, Daniel García, Yolanda Carbonell, Talaya y el autor de este artículo han decidido formar una nueva Junta que tome el relevo.

Su objetivo no es permanecer en la directiva sino reanudar la actividad de la Asociación, sondear la opinión de los asociados, reactivarla con el propósito que el próximo año en la Asamblea General se forme una Junta definitiva con nuevas incorporaciones.

Sabemos que nuestra tarea no es fácil y necesitamos contar con todos y sobre todo sentir vuestro apoyo y vuestro ánimo.

Creemos que la asociación sigue siendo un instrumento útil para Alpuente y sus aldeas. Estamos dispuestos a trabajar y a perder horas de ocio por la ACAA y por la comunidad. Pero todo esto será un intento vano si no contamos con vuestro apoyo y vuestra colaboración.

El riesgo de vivir: a propósito de las vacunas

Recuerdo haber escuchado a alguien la frase de “solo se mueren los vivos” que seguro que a mas de uno le parecerá un disparate. Pero me recuerda esta otra de Groucho Marx: “no te tomes la vida muy en serio nadie sale vivo de ella”. Y todo ello viene a cuento porque en ocasiones olvidamos lo esencial: vivir tiene riesgos. El más importante como resulta obvio perder la vida o la salud. Todos los días ocurren accidentes domésticos, de tráfico, las personas nos caemos en la ducha, resbalamos en la calle. En nuestra vida cotidiana tomamos decisiones asumiendo un riesgo. Viajamos a Londres en avión áun sabiendo que los aviones sufren accidentes, subimos en coche o montamos a caballo o en bicicleta.

Todos sabemos que los medicamentos tienen efectos indeseables que llamamos adversos. Yo mismo como médico he sentido la frustración de que algún paciente ha rechazado un tratamiento que podría beneficiarle tan solo porque “había leído el prospecto”.

¿Ha pensado el lector que pasaría si diéramos una pastilla de ácido acetil salicílico, la vulgar aspirina, a 38 millones de personas? Esto es lo que está pasando con las vacunas.

Es verdad que las vacunas se administran a una población sana y por lo tanto cualquier evento no deseado se magnifica puesto que transformamos a personas sanas en enfermos o lo que es peor en muertos. Pero todo esto lo hacemos los médicos a diario, aceptamos el riesgo y lo aceptan las personas cuando las sometemos a un programa de cribado para el cáncer colorrectal, por ejemplo. Y todo porque esperamos obtener un beneficio mayor evitar un cáncer y ganar años de vida.

Todo lo expuesto hasta aquí es tan obvio que cualquier escolar de primaria lo conoce. Puede resultar ofensivo para nuestra inteligencia que lo recordemos aquí. Sin embargo nuestros políticos ¿lo han olvidado?

Pero además con su comportamiento dubitativo y vacilante crean la confusión en la opinión pública. ¿Si la clase dirigente toma decisiones que atentan contra el sentido común no estarán ocultando datos? Y esta es la pregunta que se hace el ciudadano medio. ¿Qué está pasando con las vacunas?¿Qué hay detrás de todo este lío? La clase política consulta con los expertos, llámese Agencia Europea del Medicamento o Agencia Española, pero después desoye sus consejos y toma decisiones que no han recomendado las autoridades médicas. La AME recomienda la vacuna y afirma que es segura sin embargo las autoridades solo la indican para una franja de edad. Pero además toman una decisión que no está contemplada en ningún estudio ni tiene base científica ninguna. A las personas de menos de 60 años que han recibido la primera dosis de AstraZéneca se les pondrá la segunda dosis de otra marca comercial. ¿En qué estudio clínico, ensayo u opinión de experto basan esa decisión? No hay respuesta. No hay ningún estudio clínico o ensayo realizado en ningún país del mundo que combine la vacunación con dos vacunas diferentes. ¿Por qué se toman decisiones como interrumpir la vacunación y a los pocos días reanudarla? Estas y muchas preguntas similares se hacen los ciudadanos

Pero vayamos a los datos conocidos. Es cierto que las vacunas se han desarrollado en un tiempo record. Pero en su elaboración no se ha saltado ningún eslabón esencial de la cadena. Se calcula que la vacunación en el Reino Unido con la AstraZéneca ha salvado alrededor de diez mil personas. En Gibraltar se ha conseguido reducir la incidencia del Covid a cero y en Estados Unidos y en California en particular los casos descienden y los hospitales ven como se reducen los casos graves.

En el mundo se han vacunado 38 millones de personas con esta vacuna y se han producido 222 efectos adversos graves de los cuales 34 han sido con el resultado de muerte.

Invito al lector a que hagamos un sencillo juego de comparar datos, calcular las vidas de personas que se pusieron en peligro la semana que se dejó de vacunar con la AstraZeneca. Se dejaron de poner 1 millón de vacunas. La incidencia acumulada en España esa semana estaba en torno a 250 casos. Lo que significa que esa semana de ese millón de “no vacunados” 2500 fueron potenciales pacientes de Covid. Un 10% sabemos que desarrolla complicaciones que precisa hospitalización, es decir 250 ingresos en Hospital y un 2% muere, lo que significa 50 muertes. El acto administrativo de suspender “cautelarmente” la vacunación de 1 millón de dosis supuso poner en riesgo 50 vidas. La vacunación masiva de 38 millones de personas arroja un balance de 34 muertos. Comparamos 1 millón de “no vacunados” contra 38 millones de vacunados y aún así el balance es favorable a la vacuna.

Tal vez algunos se pregunten ¿y los efectos a largo plazo? Pues no los sabemos, así de claro. ¿Pero quién dispone de tiempo para pensar al largo plazo cuando hoy en España mueren todos los días entre 100 y 200 personas?

En definitiva mi recomendación es que todos debemos vacunarnos con las vacunas disponibles y autorizadas por la Agencia Europea. No hacerlo es una decisión personal. A la vista de los datos aparentemente la más arriesgada y la menos razonable.

Covid 19, la segunda ola

Covid 19

Pocos dudan de que nos encontramos en plena segunda ola de la pandemia. Los casos se multiplican día a día por un factor de 2 o más. El número de contagiados, el número de ingresos hospitalarios, el número de ingresos en UCI o el número de defunciones sigue el mismo patrón. El sistema de atención primaria se está viendo desbordado. Los hospitales de las zonas más afectadas, Madrid, Cataluña, La Rioja, Aragón, comienzan a tener problemas. Hay desabastecimiento del Remdesivir y si continúa el crecimiento exponencial de pacientes ingresados es posible que comiencen a faltar otros fármacos. Ya pasó durante la primera ola. 

Las autoridades sanitarias afirman, ya sin pudor, que la transmisión comunitaria está fuera de control.

La gran mayoría de ciudadanos muestra un comportamiento disciplinado y lleva las mascarillas según las recomendaciones. Y como siempre existe un reducido grupo de inconformistas, negacionistas, inconscientes o irresponsables que no cumplen las normas. 

Este es en pocas palabras el resumen de la situación. Un panorama no precisamente muy alentador, en el aspecto sanitario que está repercutiendo, como es lógico en el económico. 

Y mientras el ciudadano contempla la situación con enorme preocupación y se pregunta: ¿No se puede hacer nada?¿Qué está fallando? La  preocupación no es solo sanitaria, por sus hijos o ascendientes, sino también por su trabajo, por su propio bolsillo.  

Qué lejos queda aquel 31 de diciembre en que nos felicitábamos el año con la esperanza que este sería nuestro gran año, en el que se iban a cumplir nuestros deseos y realizar nuestros proyectos. ¡Que ajenos estábamos a lo que se nos venía encima!

Pero intentemos responder a las preguntas que nos hemos hecho. ¿Que podemos hacer nosotros para mejorar la situación?

1.- Reducir al máximo los contactos sociales. 

Uno cree que nada malo puede haber en dar un beso o un abrazo a nuestros seres queridos. Sin embargo ellos tienen su propia vida social y laboral y nada nos garantiza que no sean portadores asintomáticos. Ello incluye familia y amigos. Sabemos que buena parte de la transmisión comunitaria del virus se está realizando en el seno de las reuniones familiares o celebraciones, cumpleaños, bodas, bautizos o reuniones. Por otra parte nuestros hijos o nietos después del confinamiento han recuperado las relaciones sociales y juegan con sus amigos y compañeros: un factor más de riesgo para la difusión intrafamiliar. 

2.- Medidas de higiene que ya se han comentado como lavarse las manos, no tocarse la cara, llevar mascarilla o mantener la distancia social. 

¿Que deben hacer las autoridades sanitarias? Diagnosticar a los pacientes, identificar a los infectados asintomáticos, rastrear todos los contactos y aislarlos preventivamente hasta tener dos pruebas PCR negativas con un intervalo de unos cinco días entre ambas. 

Y aquí es donde tal vez ha fallado el sistema. Se abrieron las fronteras sin exigir PCR en origen y sin que se realizaran PCR a las personas que abandonaban el país. El número de rastreadores ha sido insuficiente y muchos de ellos se han incorporado a esta tarea sin formación o con una formación deficiente. Ante la falta de personal cualificado se ha descargado una vez más en la atención primaria una labor para la que no están ni preparados ni motivados. Un rastreador no se forma en un curso acelerado o con personal voluntario. El resultado es que el número de contactos que identifican está por debajo del índice que permite que el virus no se expanda. 

Quizá si el lector ha llegado hasta aquí le esté invadiendo el pesimismo. ¿Hemos llegado a un punto de no retorno y estamos condenados a que el virus se expanda sin control? La situación se puede revertir pero requerirá de mucha disciplina por parte de la población y un comportamiento más profesional por parte de las autoridades. 

Por último unas palabras sobre dos aspectos que no se han contemplado la vacuna y algún medicamento efectivo contra el virus.

Vamos a hablar primero de la vacuna. La vacuna no estará disponible para el público en general hasta el próximo año, como pronto. Así que queda un largo y oscuro  túnel que recorrer hasta su aparición. Pero además  la vacuna nunca confiere un 100% de protección. Podría oscilar entre un 60% en la hipótesis pesimista y un 80% en la optimista. Las vacunas pueden provocar efectos secundarios como todos los medicamentos y cuando se produce una vacunación masiva es posible que surjan problemas que no se contemplaron en el estudio inicial. La realidad siempre se muestra mucho más compleja de lo que creemos a primera vista. 

Por último un medicamento de eficacia probada frente al virus sería como el unicornio. Quien lo descubriera podrían poner en su “curriculum vitae” sin pudor la etiqueta de Salvador de la Humanidad. Sin embargo en la actualidad de todos los medicamentos que existen en el mercado el único que parece mejorar el curso de la enfermedad aunque no acabar con el virus es el Remdesivir. Es eficaz en aquellos pacientes que presentan una evolución tórpida o muy grave y acorta el curso de la enfermedad pero no siempre se muestra efectivo.

Así pues necesitaríamos un nuevo fármaco. Diseñar un medicamento eficaz contra una enfermedad puede tardar entre 10 a 20 años y a veces no se consigue nunca. De tal forma que deberíamos recurrir a las investigaciones que están ya en curso. Fármacos antivirales que hayan demostrado efectividad en otros virus y redirigir la investigación hacia el Covid. Pero esto llevaría no menos de unos 4-5 años siendo muy optimistas. 

Como habrás visto querido lector no son buenas noticias. No puedes controlar lo que hacen los demás o las autoridades sanitarias pero sí lo que haces tú y tu familia. Así que sigue las recomendaciones, restringe tu vida social a lo imprescindible, utiliza mascarilla, lávate las manos y como siempre me despido deseándote ¡suerte!

Tiempos difíciles

Todos hemos visto películas de la guerra, ya sea la de Vietnam, la de Secesión americana o la más reciente sobre la primera guerra mundial “1917” de Sam Mendes donde se muestran hospitales de campaña con escenas desgarradoras. Los cirujanos deben actuar en cuestión de segundos, en ocasiones sin anestesia. Los heridos más graves serán atendidos los últimos. Apenas tienen posibilidades de supervivencia y por lo tanto no “hay que perder el tiempo con ellos”.

Los recursos son limitados, uno o dos médicos por cada sala del hospital de campaña, muy pocos enfermeros o auxiliares, la medicación escasea. Por tanto deben utilizarse de la manera más eficiente para salvar al mayor número de soldados. Esto se conoce como “medicina de guerra”
Vivir una situación así como profesional debe ser angustioso.

Evacuación de un herido durante la primera gran guerra

Esto es precisamente lo que se vivió en algunos hospitales españoles a finales de Marzo y comienzos de abril donde el número de pacientes que precisaban asistencia crecía de manera exponencial. Faltaban camas, faltaban sillas para que se acomodaran los enfermos, faltaban respiradores, faltaban equipos de protección personal, mascarillas, guantes. Los equipos de asistencia de los hospitales se encontraron desbordados. Las líneas telefónicas se colapsaron. Los médicos, las enfermeras, los celadores, los administrativos que vivieron aquellos momentos los recordarán como una pesadilla.


Por fortuna, jamás he tenido que vivir una experiencia semejante. Sin embargo, recuerdo de mi época de guardias en el Hospital, días de otoño o invierno durante alguna de las epidemias de gripe más graves las puertas de urgencias abarrotadas de pacientes, acompañantes nerviosos, el hospital al borde del colapso, médicos saturados, enfermeras sobrecargadas de trabajo, camas por los pasillos de pacientes pendientes de ingreso. Así pues no me resulta difícil imaginar los días que mis colegas vivieron durante esta terrible pandemia.
Todo ello viene a propósito por las órdenes que al parecer se dieron desde la mayoría de las administraciones autonómicas para que las personas mayores que se encontraban en residencias fueran atendidas en las mismas, cualquiera que fuera su estado de gravedad o sus necesidades clínicas. Esto sería inhumano en una situación de normalidad pero es una norma de sentido común en un momento de excepcionalidad como la pandemia que estamos viviendo. Sin duda a quienes se les ha muerto un familiar ya sea en una residencia o en su propia casa porque su anciano padre o madre no ha sido trasladado a un Hospital para ser atendido con todos los medios disponibles les parecerá injusto y cruel. Pero cuando los recursos son limitados por una situación como provocó el Covid 19 es obligación de las autoridades sanitarias utilizarlos de la manera más eficiente posible.
Los ciudadanos merecemos que se nos hable como adultos y no se oculte la realidad. La realidad fue terrible y se ocultaron ataúdes, escenas de dolor, sufrimiento, enfermeras llorando, médicos sometidos a una presión insoportable y teniendo que decidir a quien se le aplicará el respirador que ha quedado libre tras la muerte de otro paciente.

Algunos se asombran de que la juventud se muestre despreocupada y sin tomar precauciones.
China fue responsable porque ocultó al mundo la tragedia que estaban viviendo y maquillaron sus cifras. La OMS actuó negligentemente porque no mandó observadores ni informó de lo que estaba pasando y cuando lo hizo a comienzos de Enero lo hizo de manera muy poco contundente. Europa actuó mal por no cerrar fronteras y tomar medidas de aislamiento selectivo.
Y por fin nuestro gobierno actuó tarde y mal.
Es fácil criticar y sin duda a “toro pasado” todos somos muy listos. Pero hay países donde la epidemia no ha colapsado el sistema sanitario y no utilizaron medidas de confinamiento total. ¿Por qué? Comenzaron a realizar test de manera precoz, identificaron los infectados y a sus contactos, los aislaron de manera selectiva. Dotaron al personal sanitario de trajes de aislamiento eficaces. Aconsejaron desde el inicio las mascarillas y el distanciamiento social. En estos países la curva de infectados no ha dejado de crecer desde marzo pero lo ha hecho muy lentamente de forma que el sistema sanitario, los servicios sociales, las funerarias no colapsaron y han ido poco a poco absorbiendo la demanda asistencial. En ellos no hizo falta aplicar esas medidas de “medicina de guerra” y la asistencia sanitaria discurrió por los cauces habituales.
El virus está entre nosotros y hasta que no exista una vacuna, un medicamento eficaz o el número de personas que adquieran inmunidad alcance el 60 % de la totalidad de la población se producirán rebrotes y tendremos que vivir con este tipo de medidas. Esta es una realidad incontestable y debemos ser consciente que es posible que tardemos más de un año en volver a nuestras viejas rutinas, dar un abrazo a nuestras amistades, viajar en el metro sin mascarilla, acudir al gimnasio o a la piscina. Mientras tanto, utilizad mascarilla, lavaos las manos con frecuencia, socializar lo justo y necesario y… ¡suerte!

El fin del confinamiento

Covid 19

Al comienzo de la epidemia del Covid 19 escribimos un artículo sobre la necesidad del aislamiento y de permanecer en casa. Desgraciadamente hoy sabemos que la medida se tomó tarde y que el virus llevaba ya con nosotros más tiempo del que sospechábamos.

Muchos casos de gripe que los médicos de cabecera trataron a finales de Enero o principios de febrero es muy posible que fueran casos de Covid 19. Esto es tan solo una sospecha clínica pues los síntomas que presentaron esos pacientes eran muy similares a los que produce el coronavirus, dolor de garganta, malestar general, alteración del olfato y una recaída a los siete días con tos y molestias respiratorias. Entonces no se realizaron test de diagnóstico porque se suponía que el virus no había llegado a Europa. El primer caso oficial se registra en Lanzarote a finales de Enero en un turista. El 13 de Febrero en el Hospital Arnau de Vilanova fallece un paciente de 69 años que había estado en Nepal con un cuadro clínico que hace sospechar a los médicos que se trata de un Covid 19. Sin embargo la prueba solo se le realiza días más tarde postmorten.

Llevamos en confinamiento desde el 14 de Marzo y sin embargo los casos de contagiados siguen aumentando todos los días a razón de unos 4.000. El porcentaje es bajo puesto que el número total de infectados es en la actualidad muy alto. Nada tiene de extraño que cada vez vaya disminuyendo este porcentaje puesto que cada vez aumenta el número de infectados. Sobre 20.000 un porcentaje de 20% nos da 4.000. Pero si tenemos 200.000 infectados el 2% sigue dando 4.000. Lo sorprendente es que estando en aislamiento la mayoría de la población se sigan produciendo ese número altísimo de contagios. La explicación es doble por una parte la propia naturaleza del virus es decir su capacidad de infectar, de resistir a condiciones adversas es muy grande y por otra las medidas de protección de la población que tiene que prestar los servicios esenciales es insuficiente. Ahí está la elevada tasa de personal sanitario infectado, bomberos, policías, personal de funerarias o incluso sacerdotes.

Imagen de un hospital de campaña en 1918
Hospital de campaña en la epidemia de gripe de 1918

En la actualidad el aislamiento ha sido no selectivo, indiscriminado, forzados por la situación de alarma sanitaria con la finalidad de que el sistema sanitario no colapsara. Cosa que desgraciadamente no se pudo evitar.

Trascurrido un tiempo razonable ese aislamiento tiene que ser selectivo, dirigido a aquellos pacientes que tienen síntomas y dan positivo en la prueba, a sus contactos sociales y su entorno. Dirigido a la población de riesgo, los mayores de 65 años, las personas frágiles o en residencias y a buscar aquellas personas que no presentando síntomas pueden ser portadoras del virus y por lo tanto contagiar.

Esto significa realizar test con un nivel de sensibilidad y especificidad como la conocida PCR. Los test rápidos son muy útiles para identificar a los positivos pero en el caso de dar negativo presentan la incertidumbre de que se puede estar en un periodo de ventana donde se tiene el virus pero no se han desarrollado anticuerpos.

La PCR es una técnica compleja para realizar en un ambiente hospitalario y los test rápidos tienen la ventaja de poder realizarse a nivel ambulatorio con personal mínimamente entrenado. Se pueden establecer controles, como en se ha hecho en algunas comunidades autónomas, o en otros países europeos, Chequia, Alemania, donde se realizan sin ni siquiera bajar del coche. Son voluntarios, gratis y para todo aquel que quiera realizarse la prueba. No es necesario estar enfermo o tener síntomas.

Pero volvamos al comienzo ¿cómo podemos poner fin al confinamiento?¿Cómo debemos reincorporarnos a una vida más o menos normal?

Este es el dilema al que se encuentran sometidos nuestros gobernantes y la respuesta que dan los epidemiólogos no es del todo clara. Nadie está muy seguro de conocer la respuesta.

A lo largo de estos meses ya conocemos bastantes aspectos del virus, su tiempo de latencia hasta que da síntomas, su infectividad alta, el conocido como R0. En el caso de la gripe o influenza es de 1 en el caso del Covid es de 3, incluso algunos expertos hablan de R5. Es decir cada infectado contagia a 5 personas.

Sabemos que el Covid 19 ha venido para quedarse. Tarde o temprano se cruzará en nuestro camino tal vez cuando menos lo imaginamos. No podemos permanecer en aislamiento continuo pero podemos crear barreras que nos protejan del contagio, mascarillas efectivas, guantes, medidas de higiene, alejamiento físico. Nuestrto organismo está acostumbrado a los virus y a las bacterias y tiene mecanismos que nos protegen de estos gérmenes.

¿Pero cuanta gente no ha tenido contacto con el virus?. Si el aislamiento ha sido efectivo al volver a nuestra vida cotidiana volverá a producirse una oleada de contagios y el sistema volverá a colapsar. Para que esto no ocurra, ante la ausencia de una vacuna, hay que diseñar una nueva estrategia.

La primera es realizar pruebas a todo el personal sanitario y personal de riesgo. La segunda medida es identificar a los enfermos y aislar a sus contactos. Para ello hay que realizar test a la población sospechosa. La tercera realizar test aleatorios e indiscriminados, como señalábamos más arriba, a la población asintomática para conocer el porcentaje de la población que ya ha tenido contacto con el virus y el porcentaje que permanece sin haber desarrollado ninguna inmunidad. Conociendo estos porcentajes se pueden hacer proyecciones del número de personas que no ha tenido contacto con el Covid y hacer rcomendaciones.

En nuestra vida cotidiana como se ha comentado más arriba mientras no estemos seguro de si hemos desarrollado anticuerpos o no frente al virus debemos utilizar mascarilla, guantes y las medidas de higiene ya conocidas. Esta recomendación es especialmente importante en las personas de más de 65 años, enfermos crónicos, diabéticos, pacientes en tratamientos con inmunosupresores o tratamientos antitumorales.

Y por último pero no menos importante existen áreas o poblaciones libres de Covid o zonas donde el virus ha tenido una penetración mínima en estas zonas la actividad laboral y cotidiana podría y debería reanudarse pronto. Estas áreas deberían monitorizarse con especial cuidado para conocer el estado inmunitario de la población y que la personas de otras áreas que interactúan con ellas extremen las medidas de protección y distanciamiento.

Con esta estrategia el sistema productivo volvería a ponerse en marcha, la población tendría un nivel de protección razonable y el sistema sanitario recuperaría la “normalidad” sin que colapsara de nuevo.

¡Quédate en casa!

Covid 19

A través de los medios de comunicación y de las redes sociales se han difundido infinidad de noticias sobre el Covid-19. En este artículo vamos a recordar algunos aspectos del virus que probablemente todos vosotros ya conocéis, cómo surgió, como se difunde el virus, qué podemos hacer para combatirlo. Y lo más importante, por qué es fundamental seguir la recomendación de “quédate en casa”

Como muchos recordareis de la charla que dimos sobre la microbiota los gérmenes, bácterias, virus, parásitos forman parte del ciclo de la vida y son necesarios para nuestra propia supervivencia. Las bacterias nos ayudan a sintetizar neurotransmisores, esenciales para la vida, vitaminas, aminoácidos. Nuestro sistema inmune “aprende” a lo largo de los primeros años de nuestra vida a reconocer aquellos microorganismos que nos benefician y a destruir a aquellos que nos perjudican. Este equilibrio puede ser alterado por diversas circunstancias y entonces es cuando surge la enfermedad.

Sabemos que tanto los virus como las bacterias sufren transformaciones en su material genético y agentes que nunca se han mostrado patógenos para el ser humano pueden cambiar su naturaleza y volverse peligrosos para nuestra especie. No es necesario una teoría conspiratoria para explicar las epidemias que se producen de manera cíclica. Cuando esto ocurre se provocan epidemias terribles, como la peste de la edad media transmitida por los chinches y las pulgas de la ratas que picaban a los humanos y provocaron las epidemias de 1347 en Italia y de 1348 en el resto de Europa. La peste tenía tres formas la bubónica, que ocasionaba alrededor de un 40% de mortalidad, la neumónica que provocaba una neumonía y la muerte en el 80% de los casos y la septicémica que era 100% mortal.

El cólera, la viruela, el sarampión también ocasionaron grandes epidemias. Sin embargo desde el siglo XVII se comenzó a conocer el origen de estas enfermedades, a identificar el vector causante, su forma de transmisión y se tomaron medidas individuales y de salud pública que resultaron ser extremadamente eficaces.

La gripe ha sido y es un visitante periódico en nuestro mundo occidental y hemos fabricado vacunas para protegernos. Sin embargo el virus de la influeza también cambia su material genético y por eso cada año las vacunas tienen que ser modificadas.

Que es lo que hace diferente al Covid -19 del virus de la gripe. Fundamentalmente cuatro cosas, es un virus “nuevo”, tiene un indice de infectividad tres veces superior al virus de la gripe tradicional, tiene un periódo de latencia superior a 15 días y tiene un mortalidad muy superior al virus de la gripe. Una persona puede estar infectada y no mostrar síntomas hasta unas dos semanas después. Este es un dato relevante porque hay una “ventana” durante la cual una persona puede estar infectada pero está sana. Durante esos quince días esa persona puede haber contaminado a una buena parte de sus contactos sociales.

Durante los primeros días de la epidemia en Wuhan las autoridades se mostraron confiadas en que el virus se comportaría como lo hace el virus de la influenza. Para su sorpresa vieron que los casos crecían exponencialmente hasta el punto que en Enero el sistema sanitario colapsaba. Cuando comenzaron a tomar medidas toda China estaba infectada.

En Italia, a pesar de contar con la experiencia China ocurrió algo similar. En España el número de contagios se duplica casi a diario precisamente por el extraordinario número de infectados “sanos”, y porque no se han tomado medidas de aislamiento radicales.

Hay que aceptar que a lo largo de los meses casi el 80% de la población tendrá contacto con el virus. Del conjunto de la población que ha tenido contacto con el virus solo el 10% de desarrollará síntomas. La mayoría como un cuadro leve, una gripe, un catarro y solo un 15% necesitará ingreso hospitalario o desarrollará complicaciones graves. Si lo traducimos a números reales podemos afirmar que alrededor de 32 millones de personas tendrán contacto con el virus, 3 millones y medio desarrollarán un cuadro leve de la enfermedad y unas 400.000 personas necesitarán cuidados especiales y una proporción importante en torno a 5% precisarán ingreso en UCI.

Esto explica el colapso que se provocó en China, se ha provocado en Italia, y se está ocasionando en el sistema público de salud español. Los casos se duplican día a día, no hay sistema de salud preparado para una contingencia de este tipo en un periodo de tiempo tan corto.

Sabemos que contra los virus solo existen tres remedios o formas de combatirlos, las vacunas, los antirretrovirales y el aislamiento. La vacuna no existe, los antirretrovirales no se han mostrado eficaces o por lo menos no tenemos un fármaco de elección. Así pues solo queda el aislamiento. De ahí el “quédate en casa”

Con el aislamiento conseguimos dos objetivos el primero impedir que los infectados “sanos” transmitan el virus a otras personas no contagiadas. A disminuir el número de contagios evitamos que surjan nuevos casos y el sistema sanitario se colapse. Se seguirán produciendo infecciones pero se dilatarán en el tiempo con lo que permitiremos que el sistema pueda optimizar sus recursos.

La curva que mide el número de pacientes no será una línea que asciende de manera abrupta sino una línea que asciende de manera lenta, adquiere una meseta y desciende también lentamente. Por ello es importante que mantengamos un comportamiento cívico y nos impongamos un aislamiento, restringir al máximo nuestro contactos sociales, no hacer visitas. Si tenemos que salir a trabajar seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias, lavarse las manos, utilizar guantes, no tocarse la cara.

Es posible que el contenido de este artículo pueda parecer inquietante para algunos pero sin duda estamos viviendo una situación similar a la gripe del 1918. Esta epidemia causó cerca de 33 millones de muertos en el mundo cuando la guerra causó unos 30 millones de muertos entre población civil y militar.

Seamos optimista pero no inconscientes. En la actualidad conocemos mucho mejor el mecanismo de transmisión del virus, tenemos la experiencia China y la de los italianos y disponemos de un sistema de atención sanitaria y de unos recursos de los que carecían nuestros abuelos cuando tuvieron que enfrentarse a aquella terrible pandemia de principios del siglo XX. Pero si cada persona no mantiene un comportamiento cívico y responsable todo puede ir a peor.

Quédate en casa.