El fin del confinamiento

Al comienzo de la epidemia del Covid 19 escribimos un artículo sobre la necesidad del aislamiento y de permanecer en casa. Desgraciadamente hoy sabemos que la medida se tomó tarde y que el virus llevaba ya con nosotros más tiempo del que sospechábamos.

Muchos casos de gripe que los médicos de cabecera trataron a finales de Enero o principios de febrero es muy posible que fueran casos de Covid 19. Esto es tan solo una sospecha clínica pues los síntomas que presentaron esos pacientes eran muy similares a los que produce el coronavirus, dolor de garganta, malestar general, alteración del olfato y una recaída a los siete días con tos y molestias respiratorias. Entonces no se realizaron test de diagnóstico porque se suponía que el virus no había llegado a Europa. El primer caso oficial se registra en Lanzarote a finales de Enero en un turista. El 13 de Febrero en el Hospital Arnau de Vilanova fallece un paciente de 69 años que había estado en Nepal con un cuadro clínico que hace sospechar a los médicos que se trata de un Covid 19. Sin embargo la prueba solo se le realiza días más tarde postmorten.

Llevamos en confinamiento desde el 14 de Marzo y sin embargo los casos de contagiados siguen aumentando todos los días a razón de unos 4.000. El porcentaje es bajo puesto que el número total de infectados es en la actualidad muy alto. Nada tiene de extraño que cada vez vaya disminuyendo este porcentaje puesto que cada vez aumenta el número de infectados. Sobre 20.000 un porcentaje de 20% nos da 4.000. Pero si tenemos 200.000 infectados el 2% sigue dando 4.000. Lo sorprendente es que estando en aislamiento la mayoría de la población se sigan produciendo ese número altísimo de contagios. La explicación es doble por una parte la propia naturaleza del virus es decir su capacidad de infectar, de resistir a condiciones adversas es muy grande y por otra las medidas de protección de la población que tiene que prestar los servicios esenciales es insuficiente. Ahí está la elevada tasa de personal sanitario infectado, bomberos, policías, personal de funerarias o incluso sacerdotes.

Imagen de un hospital de campaña en 1918
Hospital de campaña en la epidemia de gripe de 1918

En la actualidad el aislamiento ha sido no selectivo, indiscriminado, forzados por la situación de alarma sanitaria con la finalidad de que el sistema sanitario no colapsara. Cosa que desgraciadamente no se pudo evitar.

Trascurrido un tiempo razonable ese aislamiento tiene que ser selectivo, dirigido a aquellos pacientes que tienen síntomas y dan positivo en la prueba, a sus contactos sociales y su entorno. Dirigido a la población de riesgo, los mayores de 65 años, las personas frágiles o en residencias y a buscar aquellas personas que no presentando síntomas pueden ser portadoras del virus y por lo tanto contagiar.

Esto significa realizar test con un nivel de sensibilidad y especificidad como la conocida PCR. Los test rápidos son muy útiles para identificar a los positivos pero en el caso de dar negativo presentan la incertidumbre de que se puede estar en un periodo de ventana donde se tiene el virus pero no se han desarrollado anticuerpos.

La PCR es una técnica compleja para realizar en un ambiente hospitalario y los test rápidos tienen la ventaja de poder realizarse a nivel ambulatorio con personal mínimamente entrenado. Se pueden establecer controles, como en se ha hecho en algunas comunidades autónomas, o en otros países europeos, Chequia, Alemania, donde se realizan sin ni siquiera bajar del coche. Son voluntarios, gratis y para todo aquel que quiera realizarse la prueba. No es necesario estar enfermo o tener síntomas.

Pero volvamos al comienzo ¿cómo podemos poner fin al confinamiento?¿Cómo debemos reincorporarnos a una vida más o menos normal?

Este es el dilema al que se encuentran sometidos nuestros gobernantes y la respuesta que dan los epidemiólogos no es del todo clara. Nadie está muy seguro de conocer la respuesta.

A lo largo de estos meses ya conocemos bastantes aspectos del virus, su tiempo de latencia hasta que da síntomas, su infectividad alta, el conocido como R0. En el caso de la gripe o influenza es de 1 en el caso del Covid es de 3, incluso algunos expertos hablan de R5. Es decir cada infectado contagia a 5 personas.

Sabemos que el Covid 19 ha venido para quedarse. Tarde o temprano se cruzará en nuestro camino tal vez cuando menos lo imaginamos. No podemos permanecer en aislamiento continuo pero podemos crear barreras que nos protejan del contagio, mascarillas efectivas, guantes, medidas de higiene, alejamiento físico. Nuestrto organismo está acostumbrado a los virus y a las bacterias y tiene mecanismos que nos protegen de estos gérmenes.

¿Pero cuanta gente no ha tenido contacto con el virus?. Si el aislamiento ha sido efectivo al volver a nuestra vida cotidiana volverá a producirse una oleada de contagios y el sistema volverá a colapsar. Para que esto no ocurra, ante la ausencia de una vacuna, hay que diseñar una nueva estrategia.

La primera es realizar pruebas a todo el personal sanitario y personal de riesgo. La segunda medida es identificar a los enfermos y aislar a sus contactos. Para ello hay que realizar test a la población sospechosa. La tercera realizar test aleatorios e indiscriminados, como señalábamos más arriba, a la población asintomática para conocer el porcentaje de la población que ya ha tenido contacto con el virus y el porcentaje que permanece sin haber desarrollado ninguna inmunidad. Conociendo estos porcentajes se pueden hacer proyecciones del número de personas que no ha tenido contacto con el Covid y hacer rcomendaciones.

En nuestra vida cotidiana como se ha comentado más arriba mientras no estemos seguro de si hemos desarrollado anticuerpos o no frente al virus debemos utilizar mascarilla, guantes y las medidas de higiene ya conocidas. Esta recomendación es especialmente importante en las personas de más de 65 años, enfermos crónicos, diabéticos, pacientes en tratamientos con inmunosupresores o tratamientos antitumorales.

Y por último pero no menos importante existen áreas o poblaciones libres de Covid o zonas donde el virus ha tenido una penetración mínima en estas zonas la actividad laboral y cotidiana podría y debería reanudarse pronto. Estas áreas deberían monitorizarse con especial cuidado para conocer el estado inmunitario de la población y que la personas de otras áreas que interactúan con ellas extremen las medidas de protección y distanciamiento.

Con esta estrategia el sistema productivo volvería a ponerse en marcha, la población tendría un nivel de protección razonable y el sistema sanitario recuperaría la “normalidad” sin que colapsara de nuevo.

4 respuestas a «El fin del confinamiento»

  1. Es muy cierta tu exposición, lo importante ahora no es tirarse los trastos, sino aunar fuerzas para la lucha. La coherencia y responsabilidad de muchos ciudadanos aún brilla por su ausencia. No se si se piensan que están viviendo una película ¿o qué?, . y como bien dices, mientras no exista una vacuna la inmunidad la da el haber pasado la enfermedad ( en la mayoría de los casos, entonces ahí el dilema de la reincorporación a la actividad normal. Se me ocurre pensar que se diera el caso de una población la cual se reincorporase a la actividad normal, que en esa población se abrieran comercios, restaurantes bares…..¿Como actuarían el resto al conocer tal caso?, ¿ Quizás más de uno tratase de ir a tomarse una cervecita?. De ahí mi segundo punto la responsabilidad y coherencia. Esto es serio y hay muchos que se lo pasan por…… Y no hay que ir muy lejos para ver como se saltan a la torera el tema, quedando para hacer torradas, etc. Esperemos que reflexionen y que valoren que esto nos afecta a todos. Gracias por tu exposición, repito muy interesante y más si viene de alguien como tú experto en la materia. Repito GRACIAS Y CUIDAROS.

    1. Hola Teresa, gracias por tus comentarios. En efecto la posibilidad que comentas existe. Pero la libertad exige responsabilidad. Normalmente en la mayoría de los colectivos se cumple el principio de Pareto que afirma que el 80% de una muestra, llámese población, sigue las reglas y el 20% intenta sortearlas. El riesgo pues existe pero por eso es fundamental conocer el estado inmunitario de la población en general. Precisamente de ahí la importancia de realizar test aleatorios incluso a los sanos. Podría darse el caso de que un porcentaje muy considerable de personas confinadas están ya inmunizadas con lo que estaríamos produciendo un perjuicio sin obtener nada a cambio.
      Saludos y sigue con salud

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