El doctor máquina

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El titulo del artículo no es precisamente muy afortunado pero la verdad es que después de meditarlo no encontré ninguno mejor. El doctor máquina no es un médico que es un “máquina” sino una máquina que hace las funciones de médico. ¿Es eso posible? En la actualidad todavía no. Pero sin duda lo será en un periodo de tiempo no muy lejano.
Allá por los albores de la informática Alan Turing se preguntaba si puede pensar una máquina. La prestigiosa revista Mind publicó en 1950 un artículo cuyo título en inglés era “Computing Machinery and Intelligence” Tres años antes Turing había expuesto en el National Physical Laboratory sus ideas sobre la posibilidad efectiva de simular la mente humana. Por aquel entonces este enunciado despertó una gran controversia.
Hoy 64 años más tarde muy pocos estarán en desacuerdo con el enunciado de que una máquina puede simular la mente humana y que en ocasiones una máquina puede mostrarse más lista y mejor preparada para resolver determinados problemas que los humanos. Así sabemos que existen máquinas que pueden jugar al ajedrez y ganar al más preparado de los humanos, máquinas que pueden resolver problemas matemáticos expuestos en un lenguaje natural tal como hacemos en clase a nuestros escolares, máquinas que pueden moverse por nuestra casa y realizar tareas domésticas. Es decir las máquinas son listas, simulan nuestra mente y pueden realizar tareas como realizamos nosotros en nuestra vida cotidiana.

Las máquinas están sustituyendo a los humanos en la vida laboral, en primer lugar en tareas tediosas,  rutinarias y sencillas, llámese una cadenas de montaje, apretar tuercas o colocar piezas, pero de manera cada vez más persistente las máquinas desplazan a los humanos en tareas más complicadas. Los ejemplos son infinitos, desde los más obvios como una excavadora que trabaja en la construcción y que sustituye a un buen número de operarios, la máquina que nos factura el equipaje en el aeropuerto y que sustituye al personal de tierra o el cajero automático que nos pone al día la libreta y nos facilita el dinero que le pedimos. Todas estas máquinas trasladan los puestos de trabajo de un lugar a otro. Antes para realizar una zanja se necesitaba mucha mano de obra y ahora tan solo un operario que maneje una excavadora. Los puestos de trabajo se han generado en donde se diseñó y fabricó la excavadora. La conclusión obvia es que los países que generen productos innovadores y sean útiles sustituyendo a los humanos prosperarán y los otros iremos a remolque. Pero todo esto que tiene que ver con el doctor máquina. El lector ya lo habrá adivinado.

En la actualidad a nadie se le ha ocurrido sustituir a un médico por una máquina pero se está produciendo el primer paso la informatización del acto médico. Primero se introducen datos, después se crea un árbol de decisiones y después… se sustituye al hombre. Esto es lo que ha ocurrido siempre en cualquier proceso de automatización, desde apretar tuercas a facilitar billetes en un cajero automático.
Con mis pacientes en ocasiones bromeo y les digo que es posible que en un futuro no muy lejano lleguen a la consulta y se encuentren con una ranura y una voz metálica que le diga: “introduzca su tarjeta de datos” A continuación introducirá un código de seguridad, como en el banco, y la máquina y el paciente tendrán acceso a todo el historial incluidos los medicamentos que toma, alergias, intervenciones o visitas a otros “médicos-máquina”. La siguiente pregunta obligada será “¿Qué le pasa?” La conversación se desarrollaría como lo hace en la actualidad un paciente frente a un médico de carne y hueso. El paciente expone su problema y el terapeuta dirige la conversación hacia los puntos que pueden ser relevantes y formula determinadas preguntas que pueden ser de interés cara a la toma de decisiones. Todo el proceso clínico, desde la entrevista hasta la toma de decisiones y el tratamiento, puede perfectamente en la actualidad ser realizado por una máquina. Es más, probablemente la máquina cometa menos errores y su índice de aciertos diagnósticos sea mayor que las de un humano.
En la actualidad una parte del proceso diagnóstico o terapéutico se lleva a cabo mediante protocolos o algoritmos que no deja de ser una manera “elegante” de automatizar determinados procesos. Se acepta que estos protocolos y algoritmos esten sancionados por sociedades científicas y se guían por criterios objetivos de lo que hoy llamamos la Medicina Basada en la Evidencia.
Todo esto es fruto no solo de un deseo, natural y lógico, de mejorar la calidad y la eficiencia sino de la existencia del tercer pagador o los seguros médicos. Llámese Seguridad Social o seguros privados.
Los seguros médicos ya sean públicos o privados aportan el espejismo de que la atención sanitaria no tiene precio. Como consecuencia de esta “ausencia” de costo o mejor podríamos llamarlo “tarifa plana sanitaria” (se paga lo mismo se consuma o no) la demanda de servicios médicos está creciendo en todos los países occidentales de manera exponencial. Pero se da la paradoja de la creciente demanda ha traído un abaratamiento de los servicios médicos. Así los profesionales sanitarios han visto disminuir sus ingresos o han tenido que aumentar su trabajo para ganar lo mismo. Este fenómeno no es solo español, aunque en España es más dramático, ha ocurrido en Estados Unidos, Alemania, Francia, Canadá, países con sistemas sanitarios muy diferentes. Porque en definitiva el fenómeno de medicalización de la vida cotidiana es universal en todo occidente.
Los médicos máquina aparecerán como una forma de rentabilizar un proceso que ha empobrecido a una clase profesional y será sin duda una forma de volver a recuperar parte de la eficiencia económica. Así en un consulta habrán varios médicos máquina que resolverán consultas cotidianas más o menos triviales o administrativas y el “supervisor humano” o médico jefe tan solo se podrá acceder a él bajo determinadas condiciones. Todo esto es sin duda “ciencia ficción” y probablemente las cosas cambien más deprisa de lo que imaginamos pero el autor está convencido de que los médicos máquina están a la vuelta de la esquina. Solo me queda decir : Dios nos pille confesados y que no se vaya la luz.

fonen

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